LOS LAPONES RECONOCEN EL PODER DEL SONIDO
Los Lapones, quienes viven en la región Ártica de Escandinavia poseen
notable conocimiento acerca de las cualidades terapéuticas del sonido.
Ellos practican lo que se llama lectura de labios, basada en la creencia
que cada condición corpórea y mental del hombre está relacionada con
ciertos sonidos y palabras. Viviendo como ellos lo hacen en un estado
natural, retienen mucho de la sabiduría primitiva. Algunos de sus
sacerdotes, como los curanderos de los Indios Americanos y los aborígenes
Africanos, tienen una sensibilidad psíquica con la cual pueden determinar
la nota clave específica de los órganos corporales y de las dolencias que
requieren tratamiento. Así informados, entonan los sonidos y expresan las
palabras que reforzarán los órganos y disiparán la enfermedad.
La base objetiva de la curación mágica por medio de la invocación de los
poderes espirituales – atribuida por los antiguos egipcios a un ser conocido
como el Dios de las Palabras – es ahora verificada por la ciencia física, la
cual ha producido instrumentos electrónicos de tal refinamiento que la
frecuencia vibratoria de cada enfermedad y de cada órgano del cuerpo
puede ser exactamente tabulada y tratada en conformidad.
Los lapones creen que todo tiene relación con el sonido, una relación que
varía con la edad y las condiciones cambiantes. Tan estrechamente
armonizados están ellos a la naturaleza no contaminada que aun
reconocen la influencia de las estaciones del año en los valores del sonido
de todos los fenómenos naturales. Para los lapones cada cosa emite su
nota clave individual. Estas son consideradas como muchos fragmentos
que, cuando unificados, componen la sinfonía de la naturaleza. Estas
personas están enteramente conscientes que en este hecho hay un
profundo significado espiritual, y desean pensar y vivir y llevar su existencia
en armonía con los ritmos de la naturaleza.
En la secuencia histórica, los instrumentos de percusión vienen primero;
luego las cuerdas, y después los instrumentos de viento. Los primeros
proporcionan el ritmo; los segundos, la armonía; los terceros, la melodía.
Esta función triple de la música corresponde a la estructura triple del
hombre. Los instrumentos de viento son levantados hasta la cabeza del
músico y hechos audibles por su soplo. Los instrumentos de cuerda están
relacionados con su centro corazón; el violín, el más sensible y expresivo de
todos los instrumentos musicales, descansa sobre el pecho del músico. Los
instrumentos de percusión, relacionados con las piernas del hombre, están
mejor representados por el tambor porque se coloca bajo las caderas del
ejecutante y su ritmo incita al oyente al movimiento, especialmente a la
marcha.
Melodía y ritmo son los dos componentes de la música antigua. El tercero,
la armonía, fue de posterior desarrollo. La armonía se desarrolla a medida
que la calidad del corazón viene a expresión. Es el espíritu y es
fundamental para la misma existencia del hombre. Como el espíritu, la
música es del mundo celeste. Penetra en forma progresiva los organismos
humanos hasta que eventualmente éstos serán llevados a una armonía
plena con la Música de las Esferas. Tiene el poder para restaurar al hombre
a su total - pero olvidado - estado divino. Desde este estado vino y a él
está destinado a retornar. En nuestra civilización occidental la música ha
sido uno de los principales factores para salvar al espíritu del hombre de
sucumbir completamente a los paralizantes efectos del materialismo y la
mecanización.
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LA MÚSICA
nota clave de la evolución humana
por
Corinne Heline