Uno de los más célebres de los videntes modernos ha dicho que la única
falta real que cualquiera puede tener es dejar de intentar; y así el
discípulo del Templo de Misterio tiene la oportunidad de revisar sus
fallas. Lamentables como puedan ser, él sabe que no son irreparables,
porque no ha dejado de tratar.
Poco después del festival de Luna Nueva cada mes, el discípulo es
instruido para dedicarse a algún individuo o algún movimiento que
contribuirá, aunque en una pequeña escala, al progreso de la
humanidad y al mejoramiento del mundo. Esto se hace para probar su
entera e ilimitada abnegación, en armonía con el hermoso mantram
Rosacruz: “El servicio amoroso, que incite al propio olvido es el camino
más corto, más seguro y más certero para llegar a Dios”.
En las enseñanzas del Templo, la ceremonia bautismal era observada
generalmente en las noches de Luna Nueva, y la Fiesta del Amor Místico,
o Eucaristía, en las noches de Luna Llena.
Hoy en día, contamos con un servicio bautismal arreglado para
armonizar con la ley esotérica. No obstante de ser simple en la forma, es
rico en substancia espiritual, y poderosamente invoca el derrame
cósmico.
En este ceremonial se usan los Cuatro Elementos, y cada uno está
dedicado al servicio del aspirante. Estos son: Sal, Aceite, Agua y Fuego
(Luz). Se usa también el signo de la Cruz, como en la iglesia. La Cruz es
un símbolo perteneciente a la más antigua enseñanza de Templo, y la
señal de, o con, la Cruz es un acto litúrgico de “Magia” espiritual que
sella la unidad del hombre con el Cosmos. Es un símbolo cósmico en
acción. Implora las bendiciones de Cáncer, la Jerarquía en el Norte; de
Capricornio, la Jerarquía en el Sur; de Leo, la Jerarquía en el Este; y de
Acuario, la Jerarquía en el Oeste. Cáncer representa el Elemento de
Agua, de Capricornio de Tierra, Leo de Fuego y Acuario de Aire.
Una bendición es pedida de los cuatro grandes Seres quienes operan a
través de los Cuatro Elementos Cósmicos que son tan importantes en el
trabajo evolucionario de nuestro planeta Tierra y los seres que residen
en él.
En la bendición de los Cuatro Elementos, el signo de la Cruz es hecho
primero sobre el corazón y luego sobre la frente, el corazón es el centro
de amor del cuerpo y la cabeza el centro de la mente. La cruz de la
enseñanza de Templo siempre ha sido la unificación de las fuerzas de la
mente y del corazón. La Biblia nos dice que debemos aprender a pensar
con el corazón y a amar con la mente. Cuando estas dos fuerzas son
establecidas en equilibrio dentro del ser humano, él “Nace” como
Iniciado. La unión de las dos fuerzas cósmicas la Biblia la describe
simbólicamente como una Fiesta de Matrimonio Místico. Es con una
Fiesta de Matrimonio Místico que empieza el Evangelio de Juan. San Juan
fue el más avanzado de los discípulos de Cristo y así en su Evangelio el
que contiene las más elevadas enseñanzas de Templo alguna vez
entregadas al mundo.
Uno por uno los Cuatro Elementos Sagrados son bendecidos para el
servicio del aspirante. Primero, el Elemento de la Sal, simbólico de la
pureza; la pureza del alimento que sustenta y nutre al cuerpo físico; la
pureza del amor que despierta al corazón; la pureza del pensamiento
que ilumina la mente; la pureza de la acción que embellece la vida.
Aquel que ejecuta el rito bautismal coloca sus manos sobre la Sal en
bendición, y entonces hace el signo de la Cruz sobre el corazón del
aspirante, diciendo: “Cristo enseña que sólo los puros de corazón verán
a Dios”. Luego hace el signo de la Cruz en la frente, con las palabras:
“Cuando se logra la pureza dentro de la conciencia del hombre, se le
conoce como el gran poder espiritual. Del siervo de Dios se dice que su
fuerza es como la fuerza de diez, cuyo corazón es puro”.
Después las manos son colocadas en bendición sobre el Aceite que es
símbolo de armonía, unidad, cooperación; de curación, camaradería,
hermandad. Otra vez el signo de la Cruz es hecho sobre el corazón, con
las palabras: “Si caminamos en la Luz como Él está en la Luz nos
haremos mutua compañía”. Y se vuelve a hacer el signo de la Cruz sobre
la frente, con las palabras: “Que la aspiración de vuestro pensamiento
os lleve siempre a armonioso logro con el ideal de la Paternidad de Dios
y la Hermandad del Hombre”.
Luego se ponen las manos en bendición sobre el Agua, pues el Agua es
el símbolo de la fe; y la fe tiene su centro en el corazón. Se hace el signo
de la Cruz sobre el corazón, y las palabras pronunciadas: “Que la
hermosa fe de un niño viva siempre y florezca en vuestro corazón”. En
seguida se hace el signo de la Cruz sobre la frente, con las palabras:
“Cristo dijo “Si tu fe es como un grano de mostaza, todo lo que pidas te
será concedido”.
Después las manos son colocadas en bendición encima de la vela
encendida. San Juan dio una perfecta descripción de la Luz cuando dijo:
“Dios es Luz”, y agregó que “Dios es Amor”. Se hace otra vez el signo de
la Cruz sobre el corazón, con la súplica: “Que esta Luz-Amor celestial
siempre brille en vuestro corazón e ilumine vuestra vida y la vida de
todos aquellos que conoces”. Y nuevamente se hace el signo de la Cruz
sobre la frente, y las palabras de San Pablo son pronunciadas: “Que la
mente esté en ti así como también estuvo en Cristo Jesús”.
Ahora se ponen las manos en el agua; una vez más es bendecida y
algunas gotas colocadas sobre la cabeza del aspirante al concluir la
bendición: “Que siempre camines en la Luz como Él está en la Luz, y que
siempre vivas, te muevas y lleves tu existencia en Él. Amén”.
La ceremonia del Bautismo ocupaba un lugar muy prominente en la vida
de la antigua comunidad Cristiana. Era observada en muchas
estaciones, quizás la más importante de ellas era la Santa noche del
sábado justo precediendo al amanecer de Pascua. Era esa época cuando
los recién bautizados se hallaban esperando para tomar parte en esa
gloriosa procesión de Pascua que ocurre en los elevados reinos
espirituales, y que es conducida por nuestro bendito Señor el Cristo.