Y aquellas palabras quedaron resonando:
“¿por qué no te muestras como eres?”.
Hoy mí objetividad al escribir quizá se vea comprometida,
por lo menos quizá me cueste separar aquello que
quisiera exponer de lo que tal vez no debería justificar.
Entonces la pregunta es: ¿podemos mostrarnos como somos?,
y en todo caso ¿qué es lo que somos? Recuerdo que Sábato hablaba
de que todos llevamos máscaras, máscaras que nunca
son las mismas, o mejor dicho, que van cambiando de acuerdo
al papel que nos toca; así, en una misma persona,
podemos encontrar, dice Sábato, la máscara de profesor,
de alumno, de padre, de hijo, de esposo, de amigo…
Y esto no es difícil de comprobar, puesto que no somos los
mismos cuando estamos en un contexto que cuando estamos en otro.
Me cuesta imaginarme a ese serio empresario jugando con sus hijos
en una plaza, o haciendo chistes con amigos; ¿pero cuál de todas estas máscaras será él?
Sábato se pregunta qué máscaras nos pondremos cuando
estamos en la más completa soledad, cuando no tenemos que
ser nada ante nadie, cuando nada nos exige
que seamos de determinada manera.
¿Sólo podremos ser lo que somos cuando nada ni nadie nos
exija ser de alguna manera? ¿Sólo podremos mostrarnos
como somos a nosotros mismos?, pero en todo caso,
¿nos mostraríamos como somos, o como nos gustaría ser?
O aún más trágicamente: ¿somos algo?,
¿hay algo debajo de todas esas máscaras,
o seremos como aquel Caballero invisible, que describe Cervantes,
que sólo puede “existir” cuando tiene puesta su armadura,
o en este caso, su máscara? ¿Seremos una máscara,
o será que somos todas?
¿Nos encontraremos en alguna parte,
o todas las partes conformaran un todo?
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