La fiebre del oro al sur de Venezuela atrajo a la población de El Callao una gran cantidad de inmigrantes, en especial de las antillas británicas y francesas, trayendo consigo el calipso, género musical que en el país tomó sus propios rasgos y se convirtió en el centro de la celebración del Carnaval en el estado Bolívar.
En 1853, se fundó bajo el nombre del Caratal, la actual población de El Callao, la cual se trasladaría posteriormente a las orillas del rió Yuruari, donde recibió el nombre por el cual se le conoce hoy en día. La explotación minera en el sureño estado Bolívar generó una mezcla de culturas producto de la inmigración, que enriqueció las tradiciones culturales de la región, especialmente el aporte afroantillano, que trajo a la población el calipso y la fiesta del Carnaval.
El calipso no fue sólo transplantado a la cultura guayanesa, sino que fue transformado, tomando características propias como: sus fuertes letras, el tono picaresco con que narra sucesos locales y la utilización de instrumentos venezolanos como el cuatro y las maracas.
El festejo del carnaval también tomó tonos particulares. Al ritmo del calipso se realizan durante varios días comparsas de disfraces, en las que y bailadores que desfilan acompañados por los pobladores. Esta celebración cuenta con unos personajes propios y característicos, que son las Madamas, los Diablos y los Mediopinto. Las Madamas son personajes femeninos que visten ropajes vistosos al estilo de las matronas de Guadalupe y Martinica, además de coloridos pañuelos anudados en la cabeza.
Los diablos llevan ropas de color rojo y negro, máscaras y tridentes, que usan para abrir paso a las comparsas.
Los Mediopinto son personajes que deambulan en medio del desfile, solos o en grupo, con el rostro y las manos pintadas de negro.
La celebración del carnaval y la interpretación del calipso ha desbordado las fronteras de la población de El Callao para transformarse en una expresión de la cultura de todo el estado Bolívar.