Por: Dr. Ezequiel López Peralta
“Quien baila bien, hace el amor bien”, dice la leyenda urbana. Vaya atribución, y sí, tiene un sustento válido, más allá de que no es cierto en el 100% de los casos. Una persona que mueve su cuerpo de manera armónica y sensual al compás de un determinado ritmo, sea cual sea –más allá de que tengas tus preferencias particulares-, es un arma de seducción infalible. ¿Quién lo duda? Te lleva a volar la imaginación, y a pensar que esa misma coordinación y ese tipo de movimientos llevados a un plano horizontal te harían pasar un momento fenomenal. Es casi inevitable hacer ese paralelismo, y mucho más cuando la persona que estás observando tiene características físicas y de personalidad que adicionalmente te parecen atractivas.
Un hombre o una mujer que se destacan bailando, demuestran una especial conexión con su cuerpo y su energía sexual, dando a entender que se expresan fácilmente y con habilidad en ese aspecto. También evidencian buen estado físico y coordinación de movimientos, dos aspectos clave en amantes deseables. Pero nada quita que, en el lugar de los hechos, te encuentres con alguien que precisamente en ese tema tiene trabas, barreras, inhibiciones, y quizás disfunciones.
Estudios recientes sustentan la idea de que este tipo de inferencias son generales, por lo tanto aprender a bailar –si es que no sabes hacerlo- es una asignatura pendiente para potenciar tus habilidades de seducción. Si no estás en pareja y te interesa conocer a alguien, el baile te ayudará a romper el hielo, evaluar la “química” existente entre ambos, dar una muy buena impresión. Y si tienes una relación estable, el baile es el camino para mejorar la comunicación no verbal, recuperar los roces y toques sugerentes, estimular el sentido de la vista y aumentar el deseo.
Sobre gusto no hay nada escrito, pero yo –como buen argentino- recomiendo el tango por sus características intrínsecas tan particulares de sensualidad cocinada a fuego lento. Pero todo depende de tu estilo y el de tu pareja, hay quienes prefieren salsa, bachata, lambada, rock o reggaetón. El tema es, en definitiva, que incorporen nuevos recursos eróticos para una vida sexual más plena.
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