Hoy en día, se habla mucho del talante, de tener talante como si fuera un rasgo o una cualidad de las personas que si se posee hace más facil el diálogo, la negociación o el entendimiento con el otro. Tal y como yo lo veo, es más bien, el ejercicio de un conjunto de competencias sociales que tiene que ver con la asertividad, pero de entre ellas destacaría la capacidad para escuchar (empatizando) y para expresar emociones, opiniones, sentimientos y posturas diferentes a las de los demás.
Observo que, socialmente, no parece educado entrar en polémicas ideológicas, políticas o simplemente llevar la contraría al que está hablando cuando no pensamos igual. Parece más adecuado evitar la discusión y cambiar de tema. Es como si temieramos acabar riñendo o creando una tensión incómoda pora todos los que participan de la conversación por discrepar y no dar la razón al que habla. Otras veces, no nos atrevemos a manifestar nuestra opinión o postura si no sabemos de que “cuerda” es el interlocutor.
Pero si esto fuera así, nos veríamos obligados a manifestar nuestras ideas solo con un auditorio afín a ellas, solo cuando sabemos que nos van a “entender” (que suele significar que nos van a dar la razón), es decir, con los amigos, familiares etc, que conocemos sus posturas. Y ni siquiera esto nos asegura que dentro de nuestros correligionarios estemos deacuerdo en aspectos concretos pero igual de importantes y que acabemos acaloradamente la discusión diciendo “bueno, es mejor que lo dejemos porque si no…”
Esto significa un empobrecimiento del diálogo, de la discusión y del intercambio de ideas. No me imagino a Sócrates o Platón repartiendo entradas al Ágora solamente a aquellos que pensaran como ellos. Creo que tenemos que atrevernos a expresar lo que pensamos y defenderlo argumentándolo firmemente sin ofender a nadie. Se puede decir todo, lo que importan son las formas. Si el otro no opina igual que yo, ¡mejor!, si le escucho activamente puede que aprenda algo nuevo o simplemente, entienda mejor como ha llegado a pensar o sentir así.
Es un error tomarnos las opiniones contrarias como un ataque personal o como si eso nos impidiera compartir otras. Partimos del hecho de que la interpretación de la realidad es totalmente subjetiva, de que cada uno entendemos los hechos de una forma diferente, por eso necesitamos de la comunicación para entendernos mejor, porque si no acabaremos creyendo que nuestra visión es la buena, la sana, la normal… y eso es una interpretación chata y egocéntrica de la realidad.
Si por temor a defraudar a alguien nos guardamos nuestras impresiones no nos damos a conocer ni conocemos mejor a los que nos rodean y nuestra vida se empobrece.
Es cierto, que en nuestro país no tenemos mucha tradición de discutir tranquilamente, que nos acaloramos y que somos, a veces, demasiado vehementes. Pero ya va siendo hora de que aprendamos a expresarnos sin miedo al rechazo o la crítica y a escuchar lo diferente como una oportunidad de enriquecimiento, no como una competición en la que se gana o se pierde.
Por eso, os animo a que hablemos mucho de todo, a que nos atrevamos a expresar las cosas como las sentimos y si no nos dan la razón, que debatamos sin molestarnos porque para mí eso es EL TALANTE.
Esperanza López Marcos
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