
¿Cuáles son tus colores: tierra, fuego, aire o agua?
¿Cuál es el elemento que domina en tu casa? Cada uno tiene sus propias tonalidades y una personalidad distinta. Conoce su significado decorativo y emocional y verás con cuál te identificas más o cuál te gustaría tener.
Tierra: ambientes para vivirlos en familia
Los ambientes tierra por excelencia son los salones y comedores porque representan la estabilidad (gracias a los sofás, sillas y asientos...) y son el lugar donde se reúne la familia. Su paleta de colores incluye marrones, teja, chocolates, beiges, cremas, ocres, marfiles y piedras. Lo ideal es combinar distintos tonos y texturas para que aporten ritmo y no resulten monótonos. Si quieres mezclarlos con otros colores, toma nota: los rojos y mostazas realzarán su carácter acogedor y unas pinceladas de tonos fríos –azules, verdes o berenjenas– los refrescarán. ¿Y con los muebles? Cuanto más próximos sean los tonos de la pared y del mobiliario más natural será el ambiente. Si contrastan mucho (paredes cacao y muebles muy blancos, por ejemplo), el resultado será artificial. En cualquier caso, combínalos siempre con toques de blanco, que te ayudarán a iluminarlos.
La madre tierra: Es el primer elemento que nos viene a la mente. La madre tierra simboliza la solidez y la estabilidad. Sus colores refuerzan las raíces familiares.
Sosiego: Los ambientes tierra aportan calma pero también lentitud. Añade pinceladas blancas para ganar dinamismo.
Firmeza: Si te identificas con la tierra, transmites firmeza y tu casa será práctica y muy confortable.
Agua: en pequeños toques
Celestes, lavandas ultramar, zafiros, cobaltos, turquesas, verdiazules, azules intensos y toda la paleta de los verdes... Los tonos agua se integran bien en ambientes con vistas al mar o la montaña, porque se mimetizan con el exterior. Es aconsejable reservarlos solo para estancias principales y siempre en pequeños toques. Porque su efecto es tan intenso (dan calma pero también pueden apagar) que en toda la casa resultarían abrumadores. Verdes y azules combinan con violetas y platas, y triunfan sorprendentemente con sus opuestos cromáticos, naranjas y rojos, logrando atmósferas dinámicas. El azul también se complementa con morados, verdes y amarillos, y los verdes, con amarillos y naranjas. Suavizan los muebles decapados y aportan frescura a las maderas claras. Si quieres evocar el elemento agua, añade unos cojines azules para dar frescor a estancias soleadas. Y en el baño, un jarrón transparente con conchas y piedrecitas azules.
Fluir
de emociones: El agua representa el estado líquido y las emociones. Por un lado es la pureza, la calma y la paz interior, y por otro es el movimiento y el cambio.
Calma o melancolía: Los tonos agua son relajantes pero un exceso de azules puede fomentar la tristeza y la nostalgia en personas melancólicas.
Serenidad: Si te atrae el elemento agua, eres una persona a la que no le gustan los enfrentamientos. Tu casa es tranquila, serena y con detalles delicados.
Fuego: para cocinas y despachos
Los tonos fuego aportan calidez y son un recurso para ambientes fríos con poca luz natural. Colores intensos como los cereza, coral, naranja, rosa chicle o el mostaza o púrpuras son adecuados para cocinas ya que resultan estimulantes. Los tonos menos saturados –salmón, paja, rosa antiguo, rosa palo...– pueden utilizarse discretamente en espacios amplios. Si quieres combinarlos, toma nota: los más suaves se complementan con colores fríos (verdes, azules o morados) y los más intensos se equilibran con neutros o fríos, especialmente con grandes superficies en blanco. También se complementan con dorados y bronces y se llevan bien con textiles frescos, algodón y lino, aportando una nota informal. Con texturas más cálidas, terciopelo o lana, añaden un toque sofisticado. Para evocar el elemento fuego, decora con esténcil cereza el dormitorio infantil. En los despachos, un lienzo rojo y blanco estimulará la creatividad, y unas velas darán vitalidad al salón.
La energía
del fuego: simboliza la pasión, la euforia, la alegría y la fuerza interior. Y, cómo no, los sentimientos y las emociones intensas.
Cuidado con: Un exceso de fuego en algunos ambientes de la casa como el dormitorio de los niños. Neutralízalo con tonos tierra que den sosiego.
Si “eres” fuego: Vives la vida con pasión. Eres optimista y positiva. Tu casa es sensual, vitalista y está siempre en movimiento y en transformación.
Aire: en dormitorios y estudios
Los relajantes tonos aire son perfectos para dormitorios, zonas de paso y estudios porque transmiten sensación de fluidez y confort. Su gama de colores son los plateados, aluminios, bronces, cromados, grises perla, grafitos y blancos rotos. Elegantes y ligeros, compensan el blanco en aquellos espacios que reciben mucha luz natural y también armonizan en ambientes poco luminosos ya que los cromados o plateados son metálicos y multiplican el efecto de la luz. Son versátiles y admiten cualquier composición, hasta un máximo de tres tonalidades. Blanco roto, con gris y plateados, dorado con aluminio y gris... Funcionan bien sobre muebles y telas. Los tonos aire aligeran las maderas oscuras y aportan frescura a los decapados. Por su carácter neutro son ideales para combinarlos con grandes estampados. Si quieres evocar el elemento aire en una estancia, añade detalles con plumas, cuadros con imágenes de cielo y nubes, o un móvil decorativo.
Fluidez y equilibrio: El elemento aire representa lo etéreo y es símbolo de crecimiento y de cambio constante. También se relaciona con la indecisión.
Cuidado con el exceso: Utilizar demasiado los tonos aire (gris, aluminio...) puede aportar pesimismo. Toques tierra o fuego elevarán el ánimo del ambiente.
Si te identificas con aire: Transmites neutralidad y equilibrio. Tu casa tiende al minimalismo y a la sobriedad pero con un toque natural de elegancia.

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