Seguramente ha escuchado muchas veces que el pelo y las uñas siguen creciendo tras la muerte. Incluso es probable que lo crea, una idea alimentada por el cine y la literatura. Pero no es así. Cuando el cuerpo muere, también lo hacen sus células, y es imprescindible que las células estén activas metabólicamente para que se produzca el crecimiento del pelo y las uñas. Lo que parece ocurrir es que la deshidratación inherente a la falta de vida hace que la piel se seque y retraiga y, por contraste, parezca que han crecido las uñas y el pelo. De ahí el engaño.
Del libro Ciencia Exprés, de José Antonio López Guerrero
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