Las viviendas y locales tienen pequeñas puertas que dan acceso a las casas de estos seres mágico
En el año 2005 fue cuando apareció en un lugar público y a la vista de todo el mundo la primera de estas diminutas puertas. Pero con el paso de los años estas «Fairy Doors» (las puertas de las hadas en inglés) se han popularizado en la localidad de Ann Arbor, ubicada en el sudeste de Michigan, Estados Unidos.
Oficialmente tiene 114.000 residentes, un tercio de los cuales son estudiantes universitarios o graduados. Chicago está a pocas horas al oeste y Toronto unas pocas horas al este. Pero de forma extraoficial, las hadas han colonizado este pueblo.
Cientos de diminutas puertas se reparten entre los edificios del pueblo, de los restaurantes y tiendas. Todo empezó en 1993, cuando el escritor de libros infantiles, Jonathan B.Wright, que estaba haciendo arreglos en su casa, decidió construir unas puertecitas de las hadas para sus hijas. Una en la chimenea y otras dos en la cocina
Pasaron diez años hasta que decidió hacerlo público. Y a partir de entonces el «boom inmobiliario de las hadas» se hizo eralidad. Fue el 7 de abril de 2005 cuando apareció la primera puerta de hadas en un lugar público, en el local de café y té Sweetwater. Diez días después la tienda Peaceable Kingdom seguiría sus pasos, aunque su propietario fue un poco más lejos. Lo que hizo fue construir una habitación tras la puerta, con una réplica en miniatura de la tienda, que se puede ver desde unas pequeñas ventanas.
Y cundió el ejemplo. Todos los propietarios de locales comerciales quisieron tener su propia «casita de hadas», haciendo de ellas un gran reclamo comercial en la zona centro de la localidad. Los niños dejan regalos para los pequeños habitantes que hay tras las puertas, desde dinero hasta dibujos o golosinas.
Algunas de las creaciones gozan de especial popularidad, como la casa para hadas de la biblioteca municipal, construida en el interior de varios libros.
Ann Arbor tiene su corazón en la Universidad de Michigan lo cual atrae a personas de todo el mundo para enseñar, acudir a las clases, trabajar y crear sus hogares. El resultado es una gama de perspectivas que contribuye a la reputación de la ciudad como centro educativo, cultural, social y deportivo. Y ahoar, con las «casitas de hadas» también mágico y misterioso.
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