El alba aletea por mi cuarto.
Como mariposa, transforma
la penumbra en arco iris.
Ahora,
cuando la tinta se derrama en versos,
cuando el altar se ha erigido para una,
se aposenta el deseo
de una caricia tibia.
¿Estoy sola?.
No me siento así.
Me acompañan mujeres atemporales
anónimas
y a todas entiendo,
porque todas son yo
Unas me cuentan
que han cortado las vendas
que ataron sus pies.
Otras que su pelo ondea
al viento y vuela libre
bajo el sol.
Muchas que han sido madres
pero sólo de hembras,
de tantas como óvulos
hay en su vientre.
Algunas, en cambio,
que han decidido no parir
sin renunciar a ser mujer.
Todas que han reescrito su historia
que, por fin, son dueñas
de su destino,
sin recibir por ello un solo golpe,
que se sienten reinas,
que reinarán solas o en compañía
pero jamás a la sombra de nadie,
ni disfrazadas de nadie.
Y que su reino será el que ellas decidan.
Mi cabeza da vueltas
imbuida por todas,
repleta de los anhelos arcanos
que llenan sus miradas.
Ahora mi piel sigue
echando de menos
una caricia tibia...
Desc. autor
Dolly