Envejecieron…Nuestros padres envejecieron. Nadie nos había preparado
para eso. Un bello día ellos pierden la compostura, se vuelven más
vulnerables y adquieren unas manías "bobas". Tienen muchos kilómetros
andados y saben todo, y lo que no saben lo inventan.
Están
cansados de cuidar de los otros y de servir de ejemplo: ahora llegó el
momento de ser cuidados y mimados por nosotros. No hacen más planes a
largo plazo, ahora se dedican a pequeñas aventuras como comer a escondidas todo lo que el médico les prohibió.
Tienen manchas en la piel. De repente están tristes. Pero no están
caducos: están caducos los hijos, que rechazan aceptar el ciclo de la
vida.
Es complicado aceptar que nuestros héroes y heroínas ya no
están con el control de la situación. Están frágiles y un poco
olvidadizos, tienen ese derecho, pero seguimos exigiendo de ellos la
energía de una locomotora. No admitimos sus flaquezas, su tristeza.
Nos sentimos irritados y algunos llegamos a gritarles si se equivocan
con el celular u otro equipo electrónico, y encima no tenemos paciencia
para oír por milésima vez la misma historia que cuentan como si
terminaran de haberla vivido.
En vez de aceptar con serenidad el
hecho de que adoptan un ritmo más lento con el pasar de los años,
simplemente nos irritamos por haber traicionado nuestra confianza, la
confianza de que serían indestructibles, como los súper héroes.
Provocamos discusiones inútiles y nos enojamos con nuestra insistencia
para que todo siga como siempre fue. Nuestra intolerancia solo puede ser
miedo. Miedo de perderlos, y miedo de perdernos, miedo de también dejar
de ser lúcidos y joviales.
Con nuestros enojos, solo provocamos
más tristeza a aquellos que un día solo procuraron darnos alegría. ¿Por
qué no conseguimos ser un poco de lo que ellos fueron para nosotros?
¡Cuántas veces estos héroes y heroínas estuvieron noches enteras junto a
nosotros, medicando, cuidando y midiendo fiebres! Y nos enojamos cuando
ellos se olvidan de tomar sus medicinas, y al pelear con ellos los
dejamos llorando, tal cual criaturas que fuimos un día.
El tiempo
nos enseña a sacar provecho de cada etapa de la vida, pero es difícil
aceptar las etapas de los otros... más cuando los otros fueron nuestros
pilares, aquellos para los cuales siempre podíamos volver y sabíamos que
estarían con sus brazos abiertos y que ahora están dando señales de que
un día irán a partir sin nosotros.
Hagamos por ellos hoy lo
mejor, lo máximo que podemos para que mañana cuando ellos ya no estén
más, podamos recordarlos con cariño, recordar sus sonrisas de alegría y
no las lágrimas de tristeza que ellos hayan derramado por causa nuestra.
Al final, nuestros héroes de ayer, serán nuestros héroes eternamente.
Honra a tu padre y a tu madre