Alimentación y vida sana: miel
20/06/2013 | Promovemos siempre el carácter más natural de lo que comemos. Ante ello, la miel es nuestra protagonista, por su estrecho
vínculo con la actividad de las
abejas y por su importante conjunto de beneficios para el hombre, quien supo incorporarla a través de múltiples usos.
"La miel es un producto alimenticio producido por las abejas melíferas a partir del néctar de las flores o de las secreciones
provenientes de partes
vivas de las plantas o de excreciones de insectos succionadores de plantas que quedan sobre partes vivas de plantas", según
define el Código Alimentario Argentino. Las abejas cumplen un rol destacado para su obtención pues se ocupan de recoger,
transformar, combinar con sustancias específicas propias, almacenar y dejar madurar dicho néctar en los paneles.
Sus orígenes se remontan a la temporalidad antes de Cristo debido a su presencia en pinturas. Ejemplo de ello son las
pinturas rupestres de la Cueva de la Araña en Valencia, España, que datan de 7000 años a.C. y que muestran cómo un hombre
recolectaba miel. Luego, tuvo un importante uso como conservador, cosmético y curador con los egipcios. Fue valorado por su
aporte dulce y considerado el único edulcorante conocido, hasta que se descubrió el azúcar de caña hacia el siglo XVI.
Su proceso de elaboración se debe más al trabajo de las abejas que al del apicultor quien sólo se ocupa de recoger y
extraer el producto final para su posterior comercialización. Se estima que cada abeja visita entre 50 y 1000 flores en 1
solo viaje, realizando entre 3 a 10 viajes por día. Así, la elaboración de 1 kilo de miel supone un recorrido de 26.000 km.
Cabe destacar que cuando el producto es obtenido a partir de un sistema de producción sustentable en el tiempo, mediante
el manejo racional de los recursos naturales, sin la utilización de productos de síntesis química, se habla de miel orgánica.
Múltiples usos y beneficios
A diferencia de otros alimentos, la composición de la miel le permite contar con una multiplicidad de
propiedades, que pueden agruparse en dos grandes grupos:
Nutricionales. Es un edulcorante natural que no necesita de conservantes y que tiene mayor poder endulzante que
el mismo azúcar. Pese a su alto poder energético, presenta un 40% menos de calorías que el azúcar en iguales
cantidades. Es ideal para los deportistas pues este elevado nivel de glucosa es de fácil
asimilación, mejorando así su rendimiento deportivo.
Terapéuticas. Desde sus orígenes, la medicina "popular, naturalista o alternativa" ha reconocido propiedades
terapéuticas que definen a la miel como: regularizadora del funcionamiento intestinal; antiséptica;
antihemorrágica y cicatrizante; estimuladora de la presencia de glóbulos rojos por su ácido fólico
y de anticuerpos por el magnesio, cobre y zinc; analgésico y antiséptico pulmonar.
A partir de estas propiedades, el ser humano ha incorporado la miel a su alimentación y
vida cotidiana a través de diferentes tipos de usos:
Gastronomía. Su principal uso es como endulzante en una función semejante al azúcar, de manera singular o
para elaborar y/o acompañar otros alimentos. Se realizan además caramelos basados en miel.
Salud. Su propiedad cicatrizante y humectante realza el valor de las cremas para la piel. Ante casos de tos
o irritación de la garganta se aconseja la ingesta de miel diluida en agua.
Cosmética. La miel ha sido incorporada en cremas, shampoo, mascarillas, jabones y otros productos cosméticos
como un ingrediente natural de gran importancia para la piel humana gracias a sus propiedades enriquecedoras.
Todos estos beneficios hacen que la miel se presente como un alimento ideal para cualquier edad: los ancianos la
incorporan como refuerzo de su alimentación, los adolescentes por su aporte vitamínico, y los niños como
complemento de la leche y facilitador de la digestión de otros alimentos.
Un problema ambiental
El protagonismo de las abejas en el proceso de producción de la miel pone en riesgo la continuidad del alimento
debido a la preocupante disminución de la especie. Según investigaciones del banco holandés Rabobank -interesando
en la producción de alimentos- se ha registrado una disminución de la cantidad de abejas producto del ácaro varoa que
devasta sus colonias. La escasez de abejas trae consigo un déficit en la producción de miel y en la polinización
de cultivos, como frutas y verduras.
Pero esta escasez tiene un condimento humano en el problema. La creciente demanda de alimentos origina
cultivos y plantaciones cada vez mayores y las escasas abejas sobrevivientes no son suficientes. "Los plantíos
son tan grandes que las abejas no llegan a las partes más distantes y no se produce el efecto de polinización",
asegura el especialista apícola Tjeerd Blacquiere de la Universidad de Wageningen y agrega: "Es necesario
que alrededor de los plantíos queden suficientes espacios con vegetación nativa, donde crezcan plantas que
suministren los nutrientes adicionales para garantizar la supervivencia de las abejas. Los
plantíos deben organizarse de otra manera y a una menor escala".
De lo que se trata no es de pensar sólo en la producción creciente de alimentos sino también en las
consecuencias que ello implica para los procesos armoniosos y equilibrados que caracterizan a la naturaleza.
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