Hay que saber dónde ir,
dónde permanecer, dónde
pararse, dónde visitar y dónde
nunca regresar.
No podemos dedicarnos a los demás y olvidarnos de nosotros.
Y es que la única gratitud sin la que no podemos vivir
es la gratitud a uno mismo, pues es el pilar del amor propio
y el cimiento de nuestro crecimiento personal.
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