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Hoy en día vivimos, más que nunca, en la sociedad de las caretas. “Internet y las redes sociales plantean un universo de máscaras, donde las emociones se simplifican como los rostros en emoticonos y las relaciones se deshumanizan”
“Cada vez más gente se refugia en la escritura ante la pantalla, y cada vez son menos capaces de entrar en una comunicación presencial. Pero también es verdad que está aumentando el uso de las videoconferencias y en ellas todo depende de la expresión facial en el marco de la pantalla. El rostro cobra mayor relevancia que en el cara a cara”. De todos modos, cabe destacar que incluso en los chats la gente confía más en su interlocutor cuando muestra una foto de su rostro.
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