- LA MUERTE
- Pueblo, aquí decidiste dar tu mano
al perseguido obrero de la pampa, y llamaste, llamaste al hombre, a la mujer, al niño, hace un año, a esta Plaza. Y aquí cayó tu sangre. En medio de la patria fue vertida, frente al palacio, en medio de la calle, para que la mirara todo el mundo y no pudiera borrarla nadie, y quedaron sus manchas rojas como planetas implacables.
Fue cuando mano y mano de chileno alargaron sus dedos a la pampa, y con el corazón entero iría la unidad de sus palabras: fue cuando ibas, pueblo, a cantar una vieja canción con lágrimas, con esperanza y con dolores: vino la mano del verdugo y empapó de sangre la plaza!
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