Cuando iniciamos una nueva encarnación, además de venir a aprender algo, también traemos con nosotros ciertos talentos y habilidades para poder aportar algo a los demás. A esa aportación o servicio, la llamamos la misión en la vida.
Uno se pregunta siempre que es lo que realmente ha venido a hacer en este mundo. Aquello para lo que hemos nacido es aquello en lo que somos felices trabajando. Puede ser una tarea tan general como ayudar a otros a hacer algo, colaborar en el bienestar de la sociedad de alguna forma concreta, ayudar a la naturaleza y el planeta, etc., etc., pero siempre es algo para lo que tenemos las cualidades innatas y con lo que nos sentimos plenamente útiles, felices y desarrollados.
¿Cómo se define una misión en la vida? ¿Qué características tiene? Es una pregunta muy válida y muy fácil de contestar. Tu misión o propósito no es otro que aquello que te hace ser feliz, que te sirve como referencia en todas y cada una de las circunstancias de la vida, que es inmutable, nunca cambia y no depende del país en el que vives o del momento en el que te encuentras. Tu propósito es atemporal, sin limitación geográfica, idiomática o cultural.
Es universalmente válido y universalmente aplicable. Una misión en la vida, como puede ser ayudar a los niños a crecer felices, no implica limitaciones de ningún tipo, no te dice cómo y cuándo debes hacerlo, no depende de que vivas en un país o en otro y no tiene ninguna connotación cultural o religiosa o de ningún tipo.
Sin embargo, es una guía, una brújula, una dirección a seguir, porque decidas lo que decidas hacer, si está conforme a esa máxima que es tu misión, te sentirás en el camino correcto.
Una misión no es ser bombero, no es vender coches o no es trabajar de director de un banco. Una misión es ayudar a los que necesitan ayuda, hacer que otros se sientan mejor con su forma de ser, proporcionar recursos y servicios, servir de inspiración o guiar a la gente a que cumpla sus objetivos. El cómo, el dónde y el cuándo es totalmente elección nuestra, cómo no podría ser de otra manera.
Descubrir y poner en marcha esa misión
Se puede pretender proporcionar un proceso de puesta en práctica de esa misión global y genérica que todos traemos de forma que podamos convertir en una actividad “real” el propósito que teníamos al encarnar.
Este proceso de desarrollo personal proporciona las respuestas y herramientas para llegar a comprender como nuestras aficiones, gustos, pasiones, talentos innatos, puntos fuertes, valores personales y características son la clave para descubrir que camino hemos de seguir para descubrir cuál es nuestro propósito y como sentirnos plenos y satisfechos poniéndolo en práctica a través de nuestra actividad profesional.