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General: Vivir el presente... ¿y ya está?
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Vivir el presente... ¿y ya está?
"Vive el
presente" es sin duda una de las máximas más proclamadas a la hora de dar
pistas para conseguir aquella felicidad que a todos nos parece rehuir. Y en
esto parecen estar de acuerdo filósofos, psicólogos, gurús, líderes
espirituales y representantes de las religiones más diversas. Me atrevería a
decir que también la mayoría de nosotros coincidimos, ya que es evidente que
nadie puede decir que es feliz viviendo permanentemente anclado en el pasado o
huyendo de la realidad trasladándose continuamente a un futuro imaginario... La
vida es aquí y ahora, y el resto son recuerdos o imaginación y, por tanto, no
son reales por mucho que en un momento lo fueran o lo lleguen a ser ¿no?
Pero como sucede con tantas otras cosas, y creo que especialmente con muchas de
las ideas o pensamientos que podríamos llamar "espirituales", a
menudo nos lo tomamos tan al pie de la letra que se acaban convirtiendo en una
misión imposible que sólo algunos elegidos parecen ser capaces de conseguir...
Pero vivir el presente ¿qué significa realmente? ¿Que debemos olvidar el pasado
sin más? ¿Que no debemos pensar nunca en el futuro?
Es probable que si fuéramos capaces de empezar cada día de cero, como una hoja
en blanco, nos resultaría más fácil sentirnos felices, pero al fin y al cabo
nuestro pasado es nuestra experiencia y, por tanto, es el que nos ayuda a
decidir cómo actuar en determinadas ocasiones. De la misma manera que si un
niño se quema la mano en una estufa sabe que no debe tocarla más si no se
quiere volver a quemar, todas las situaciones que hemos vivido (especialmente
las más difíciles) y los errores que hemos cometido son lo que nos ofrece la
oportunidad de aprender y de crecer.
Ojalá todo el aprendizaje fuera tan fácil como no volver a acercar la mano a
una estufa, pero sea como sea, sólo mirando atrás y observando las experiencias
que hemos vivido podemos tomar conciencia de nuestras reacciones y actuaciones
y decidir no repetirlas cuando se nos vuelvan a presentar otras similares.
De vez en cuando tenemos que reflexionar sobre nuestra vida. Debemos comprender
que todo lo que nos ha sucedido ha sido por un motivo y que nos ha transformado
en la persona que somos ahora y nos ha permitido aprender. A menudo volvemos a
encontrarnos con lecciones que quizás creíamos haber aprendido pero
posiblemente nos hace falta revisar, o bien otras que en su momento fuimos
incapaces de aprender porque no estábamos preparados y surgen nuevamente porque
ahora sí lo estamos...
Y sobre todo tenemos que mirar atrás cuando el presente no es como quisiéramos.
Debemos buscar en el pasado para mirar si estamos repitiendo alguna situación
igual o similar a alguna otra que ya habíamos vivido. Debemos pararnos a
recordar qué sentíamos en ese momento y por qué reaccionamos como lo hicimos,
además de examinar la dirección que tomó nuestra vida desde entonces... Así
tendremos una nueva oportunidad para aprender lo que en su momento no pudimos
comprender por el motivo que fuera y seremos capaces de avanzar y poder recibir
todos los beneficios de esta enseñanza.
Si no reflexionamos sobre el pasado corremos el riesgo de revivirlo una y otra
vez, repitiendo sin cesar las mismas experiencias porque somos incapaces de
extraer las lecciones que se escondían en ellas. Entonces nuestra vida pierde
todo el sentido y nuestro presente se convierte en un círculo cerrado que gira
alrededor de sí mismo sin parar. En realidad, todos los procesos de nuestra
vida forman parte de círculos, unos más grandes y otros más pequeños, de todas
las situaciones y experiencias que afrontamos de manera automática con las
mismas reacciones. Pero cada vez que aprendemos una lección rompemos uno y lo
dejamos atrás para siempre, avanzando hacia el siguiente, hasta que llegue el
momento en que finalmente todos ellos desaparezcan y, por fin, seamos
completamente libres.
Por otra parte, no sólo hay que mirar atrás para ver los errores. También nos
puede ayudar mucho recordar las cosas que nos han salido bien, sobre todo
cuando en el presente todo parece torcerse. Hacer inventario de los éxitos, de
las experiencias positivas, los problemas resueltos, de los miedos vencidos y
de las lecciones aprendidas nos renueva la confianza en momentos en los que
quizá la hemos perdido.
¿Y no son tan efectivas las técnicas de visualización porque nuestro cerebro
responde igual ante un hecho real que uno imaginario? ¿No se nos recomienda que
imaginemos lugares y situaciones agradables que nos despierten sensaciones de
paz, amor y felicidad para ayudarnos a relajar y/o meditar? ¡Pues qué mejor que
experiencias que ya conocemos! Cuando recordamos momentos felices que hemos
vivido volvemos a evocar las mismas sensaciones que entonces. Podemos volver a
experimentar ese amor que nos abrumaba o aquella paz que nos invadía y sentir
exactamente la misma sensación, y tanto nuestro cuerpo como nuestra mente se
benefician inmensamente de estos momentos. Sí, es posible que cuando volvamos
al presente sintamos que nos embarga la tristeza porque aquello ya no está en
nuestra vida, y es normal, pero es aquí donde debemos hacer un esfuerzo para no
dejar que esta emoción sea más fuerte que la que acabamos de tener. En lugar de
dejarnos invadir por el sentimiento de pérdida debemos intentar ser capaces de
valorar lo que vivimos con agradecimiento y saber que por mucho que cambie o
haya cambiado nuestra vida, eso siempre formará parte de nosotros.
Así, en definitiva, podemos aprovechar los recuerdos para ayudarnos en momentos
difíciles: los malos, para aprender y para confiar en que si fuimos capaces de
superar determinadas cosas en su momento, ahora también podremos superar lo que
sea que nos preocupa, y los buenos, para recuperar aunque sea momentáneamente
emociones y sentimientos que quizás ahora nos cuestan de experimentar. Sin
duda, por poco rato que los podamos revivir supondrán un gran estímulo para
nuestra salud física y mental.
¿Y qué pasa con el futuro? Pues algo similar, porque ¿qué es la esperanza sino
la confianza en que las cosas irán mejor más adelante? Cuando nos encontramos
en momentos difíciles no hay nada como la certeza de que en algún momento
pasarán para coger fuerzas para continuar. ¡Si nos dejamos absorber por la
dificultad y el dolor sin creer que todo pasará sin duda perderemos cualquier
ilusión por avanzar! Claro que tenemos que vivir y experimentar cada momento
por doloroso que sea, pero siempre sabiendo que por mal que lo estemos pasando
no durará para siempre, al menos con la misma intensidad.
Por otra parte, ¿no se ha más que demostrado que nosotros mismos creamos
nuestro futuro? ¿Cómo lo hacemos si no es visualizándolo y creyendo firmemente
que será como esperamos? Es cierto que la verdadera creación surge del
subconsciente y no del pensamiento consciente, pero aún así, sin duda lo que
pensamos y creemos continuamente tiene una gran influencia porque acaba
afectando precisamente al subconsciente. Esperar un futuro mejor puede ser
nuestra tabla de salvación cuando el presente nos resulta demasiado duro. ¿Cómo
pudieron soportar sino determinadas personas las vivencias extremadamente duras
(campos de exterminio, secuestros, guerras, etc.) si no hubiera sido por la
esperanza de que en algún momento todo acabaría? A veces vivir el momento puede
resultar tan duro que la única manera de sobrellevarlo es, precisamente,
trasladarse al futuro...
Sí, ahora todos sabemos que el tiempo no existe, que es una ilusión, etc., pero
lo sabemos de forma teórica. En nuestra experiencia humana el tiempo es real o
al menos lo parece tanto que es como si verdaderamente lo fuera. Y nuestro
pasado forma parte de nosotros de la misma forma que lo hace nuestro futuro,
aunque lo desconozcamos. Así pues, sí, vivamos el presente y disfrutemos de
cada día como si fuera el único, no nos anclemos en los recuerdos dejando que
nos bloqueen y nos impidan tener nuevas experiencias, no arrastremos el dolor,
la culpa ni el rencor del pasado... Pero de vez en cuando, sobre todo si ahora
nos cuesta avanzar, miremos hacia atrás, recuperemos fuerzas que algún día
tuvimos, recuerdos que nos devuelvan momentos felices, y atesorémoslos como lo que
son, una parte de nosotros que pase lo que pase permanecerá siempre en nuestro
corazón para volver a hacernos sentir lo que ahora quizá más nos cuesta...
Y miremos hacia adelante con esperanza y con ilusión. Quizás ahora el camino es
demasiado difícil, pero la confianza en que después de la montaña llegaremos al
valle nos dará fuerzas para continuar cuando nos parezca que las hemos agotado.
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