Oh Dios Por la abundancia de tu misericordia, por la verdad de tu salvación, escuchame !!! de los profundo de las aguas, sea yo libertado
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VARON DE DOLORES
«Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó así junto al pozo». … ¡Oh!, solo pensar en el Señor mismo, a quien ninguno de los príncipes de este mundo conoció, pero que era el Señor de la gloria, sentado fatigado junto al pozo, sediento y dependiendo de este mundo para un sorbo de agua—¡aquel mundo que había sido hecho por Él, y que no le conoció!
Él fue la manifestación del amor divino al hombre, manifestación que le costó todo lo que era y tenía.
Adoro el amor que le llevó a ser hecho pecado por mí. Un amor probado hasta lo último y que lo llevó a soportarlo todo. Es profundamente instructivo, aunque es muy terrible ver en ello lo que el hombre es. ¿Qué es lo que yo espero de mis amigos si soy llevado a juicio? Al menos, que no me abandonen. ¡Todos ellos lo abandonaron y huyeron! ¿Y que he de esperar de un juez? Que proteja la inocencia. ¡Pilato se lava las manos de Su sangre, y lo entrega al pueblo! ¿Qué espero de un sacerdote? Que interceda por los ignorantes y por los que se han extraviado. Y lo que hacen es incitar al pueblo, gritando, «¡Fuera, fuera!» Cada uno hizo lo contrario de lo que era recto, ¡y aquel Hombre no solo era recto, sino que en amor divino soportó todos aquellos desmanes!
Sus dolores serán siempre una profundidad hacia la que miraremos desde el borde con asombro reverente. … Exalta Su gracia en el alma contemplar esta profundidad, y lleva a uno a la conciencia de que nadie sino una Persona divina (y perfecta en todos los aspectos) pudo haber estado en ello.
Él buscó a alguien que se compadeciera, pero no había nadie, y consoladores, pero no halló a ninguno. … Fue puesto a prueba y afligido hasta el mayor grado del sufrimiento y dolor humanos, en solitario en todo ello, orando en agonía y solo … sin nadie que entrase en Sus sentimientos; María de Betania había sido la única persona, pero de todo el resto nadie se compadeció de Él; aunque nunca había habido nadie que necesitase compasión que no la recibiera de Su parte.
Ninguno de nosotros puede sondear lo que significó para Aquel que había habitado en el seno del Padre encontrar que Su alma como hombre era abandonada por Él.
Fue en toda la medida en la que Él sabía lo que era ser santo que supo lo que era ser hecho pecado delante de Dios. Fue en la medida en que Él conocía el amor de Dios que sintió lo que era ser abandonado por Dios.
Él es la resurrección y la vida. ¡Qué maravilloso que Él, como tal en este mundo, el Señor de la muerte, entre luego a la muerte Él mismo por nosotros!
Nos ha adquirido a un precio demasiado grande para luego dejarnos perder.
Los rasgos de aquel rostro, Señor,
Que fueron por gracia desfigurados por nosotros,
Podremos con gozo contemplar,
Cuando en tu regreso nos recogerás.
Para siempre contigo, Señor,
Nuestros corazones te adorarán;
Nuestro dolor acabado,
Cuando en tu regreso nos recogerás.
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