La bendición del trabajo
"El que recoge en verano es hombre entendido;
El que duerme en el tiempo de siembra es
hijo que averguenza. (Prov. 10:5)
En la actualidad, con el alto desempleo que están sufriendo muchos países, el trabajo es más deseado que nunca. Pese a esto, el trabajo sigue suscitando rechazo; se ve como algo obligatorio, como una especie de castigo divino que tenemos que sufrir durante nuestra peregrinación por la tierra.
Nuestra cultura rechaza la idea del trabajo por considérala dolorosa. En la cultura griega, los dioses no trabajaban; la vida ociosa era la más deseada, como lo es también hoy en día. Y es que no hemos cambiado prácticamente nada.
Pero Dios no opina lo mismo: "Y les bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra." (Géne. 1:28). Y para cumplir Su mandato de señorear sobre toda criatura no podemos hacer otra cosa que trabajar. El trabajo es, por lo tanto, un mandato divino.
Jesucristo se enfrentó en multitud de ocasiones con los judíos por el día del reposo. En una de ellas, el Maestro fue perseguido: "Y por esta causa perseguían a Jesús, y procuraban matarle, porque hacía estas cosas en el día del reposo. (Juan 5:16).
Durante el ministerio del apóstol de los gentiles, Pablo fueron muchas las incomodidades que tuvo que sufrir. Su sustento fue una de ellas. Pese a tener derecho a su salario, él trabajó: "Ni comimos el pan de nadie de balde, sino que trabajamos con afán y fatiga día y noche, para no ser gravosos para nadie; no porque no tuvieramos derecho, sino por daros nosotros mismos un ejemplo para que nos imiteis". (2 Tesa. 3:8-9). Asimismo más adelante adelante afirma: "Porque también cuando estábamos con vosotros, os ordenábamos esto: Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma". (ver.10). "Porque oímos que algunos de vosotros andaban desordenadamente, no trabajando en nada, sino entrotiéndose en lo ajeno" (ver.11). " A los tales mandamos y exhortamos por nuestro Señor Jesucristo, que trabajando sosegadamente, coman su propio pan".(ver.12).
Así pues el trabajo no es una maldición, sino una bendición. Con él nos podremo sostenernos a nosotros mismos y evitar la tentación de la ociosidad, que nos lleva indefectiblemente al pecado. Cuando nos levatemos cada mañana para ir a trabajar pensemos que estamos imitando a Dios y haciendo su voluntad. hagamos lo mejor que podamos nuestro trabajo y Él nos recompensará.
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