En tiempos solemnes
"Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren cómo la grana, cómo la nieve serán enblanquecidos; si fueren rojos cómo el carmesí, vendrán a ser cómo la blanca lana." Isaías 1:18.
De acuerdo a la Palabra de Dios, de la cruz para aquí estamos viviendo los últimos días de la historia de la humanidad. Eso quiere decir, entre otras cosas, que vivimos en el tiempo del Día de la Expiación. Cuanto más avanza el tiempo, más nos acercamos a su fin. Eso implica que vivimos una época muy solemne, y que nuestra actitud debería ser la que recomendó Dios a su pueblo. Así se nos dice: Estamos viviendo ahora el gran Día de la Expiación. Cuando en el ritual simbólico el sumo sacerdote relizaba la propiación por el pueblo de Israel, todos debían afligir sus almas, arrepentirse de sus pecados y humillarse ante el Señor, si no querían verse separados del pueblo.
De la misma manera, todos los que desean que sus nombres se mantengan en el libro de la vida, deben ahora, en los pocos días que les quedan en este tiempo de gracia, afligir sus almas ante Dios con verdadero arrepentimiento y dolor por sus pecados. Hay que escudriñar honda y sinceramente el corazón. Hay que deponer el espíritu liviano y frívolo al que se entregan tantos cristianos profesos.
Empeñada lucha les espera a todos los que quieran subyugar las malas intenciones que tratan de dominarlos. La obra de la prepación es individual. No nos salvamos en grupos. La pureza y devoción de uno no suplirán la falta de estas cualidades en otro. Si bien todas las naciones deben pasar en juicio ante Dios (menos su iglesia ya habrá sido arrebatará por Jesús), Él examinará el caso de cada persona de un modo tan rígido y ninucioso cómo si no hubiese otro ser en la tierra. Cada cual debe ser probado y encontrado sin mancha, sin arruga, ni cosa semejante. Si alguna vez hubo un tiempo cuando una actitud de seria reflexión conviene a todo aquel que teme a Dios, es ahora,cuando es esencial la piedad person
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