EL HIJO PERDIDO
"Más era necesario hacer fiesta y regorcijarnos, porque tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado" Lucas 15:32.
Hace mucho tiempo un creyente aleman llevó a su hijo a Londres para que aprendiera el oficio de joyero. Un día el padre recibió una carta en la que se le decía que su hijo le había robado a su patrón. El padre fue a Londres donde se le confirmó el hecho y el hijo fue despedido. Mientras el padre y el hijo caminaban por las calles de la ciudad, el muchacho huyó y no se le pudo encontrar. Con el corazón dolorido el hombre volvió sólo a su casa.
Pasaron los años; no se había hablar más del joven. Un domingo por la noche los padres estaban leyendo la Biblia en casa. Más que otras veces sintieron la necesidad de orar por su hijo. Esa misma noche una banda de ladrones, con la intención de asaltar una joyería, pasaron delante de una iglesia donde estaba predicando Spurgeon. Entre los malhechores estaba el hijo de los padres creyentes, a quien uno de sus complices le dijo que entrara en la iglesia para ver si estaban los dueños de la joyería que eran creyentes. De esta manera él se encontró entre los oyentes.
El predicador hablaba justamente de uno de los malhechores crucificados, llamados "ladrones" según la versión inglesa. Con la mano Spurgeon señaló en dirección al hijo perdido y dilo: "Si esta noche se halla aquí un ladrón, Jesucristo puede salvarle" Las palabras llegaron al corazón del joven cómo un flecha. Para él ya no hubo asalto, sino que se retiró para orar a un lugar tranquilo. Allí halló el perdón de Dios y la paz para su alma. Algunos días después hubo alegría en la casa de sus padres, de quienes también obtuvo el perdón.
|