Estar habituados a la presencia de Dios
"Y dijo Faraón a sus siervos: ¿Acaso hallaremos a otro hombre cómo éste. en quien esté el Espíritu de Dios? Y dijo Faraón a José: Pues que Dios te ha hecho saber todo esto, no hay entendido ni sabio cómo tú. Tú estarás sobre mi casa, y por tu palabra se gobernará todo mi pueblo; solamente en el trono yo seré mayor que tú" Génesis 41: 38-40.
Una familia salvadoreña estaba en Honduras cundo se inició una guerra entre ambas naciones. Era julio de 1969, y la guerra los había sorprendido en el lugar equivocado. Los hermanos de la iglesia los ayudaron a llegar a la frontera. El padre pronto descubrió que los soldados hondureños estaban muy cerca de ellos, matando a todos los salvadoreños. Mientras se acercaban, supó que el y su numerosa familia de doce hijos serían asesinados por los soldados. Se puso a orar, y cuando llegaron los soldados les hicieron algunas preguntas y luego los dejaron ir, a pesar de que eran salvadoreños. El que mandaba dijo: "Ellos son cristianos, dejarlos en paz", nadie se atrevió a contrariar la orden. Había algo en la serena confianza del padre y en la mirada de los hijos que no era común. Esta familia se libró de la muerte simplemente porque transmitian su cristianismo de modo convincente, aun en los momentos de crisis. La presencia del Espíritu Santo era evidente en medio de ellos.
En José estaba el Espíritu de Dios, y esto era evidente para todos, incluso al Faraón pagano de Egipto. José estaba habituado a estar en la presenciaa de Dios, y cómo resultado de esa íntima comunión destacaba por encima de demás siervos del Faraón. Cuando una persona está habituada a caminar con Dios se nota, hay algo que lo hace a uno distinto. Cuando moisés descendió del monte Simaí, despúes de haber disfrutado de la presencia de Dios, todos los israelitas reconocieron que había estado con Dios, su rostro resplandecía de una manera especial. Si alguien me dicez que ha pasado sus vacaciones en la playa y su piel no está bronceada, voy a sentirme inclinado a dudar. De la misma forma, alguien que mantiene una comunión constante con Jesús lo va a manifestar de modo inconsciente en los actos más simples de su vida. En el caso de José, la presencia del Espíritu Santo se hacía notoria cuando hablaba. Sus palabras eran sabias. Imagino en él un tono pausado y prudente. Sus palabras traían el mensaje oportuno en el momento adecuado. Es por eso que ganó la confianza del carcelero, y también atrajó la confianza del copero y del panadero para que estos le confiaran sus sueños.
Oración: Padre, que tu presencia sea evidente en mis pensamientos, palabras, y hechos, y siempre pueda testificar del gran amor que me amas. En el nombre de Jesús, amén.
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