Para que podamos ubicarnos en el camino correcto al Reino de Dios, deberemos recordar, hasta donde sea posible, los ambientes en los que fuimos formados desde nuestra infancia y hasta la fecha, es decir: familiar, social, escolar, religioso, de trabajo ya sea profesional, obrero, técnico o cualquier otro, ya que asì estaremos en la posibilidad de reconocer lo que nos agradó o disgustó de esos tiempos de nuestro desarrollo físico y mental, ubicándonos y reflexionando mentalmente en ellos, ya qué a través de estas reflexiónes obtendremos los elementos necesarios que se requieren para poner en práctica todos los pasos que se describen en estos escritos y descubrir por nosotros mismos las posibilidades reales de conocer nuestra verdad existencial de acuerdo a los conocimientos que nos serán compartidos a través del Nuevo Testamento, reconociendo, que ningùn cristiano podrá recibirla por ningún otro medio diferente a él. Esos conocimientos que han dado como resultado manifestaciones milagrosas en el hombre por el Poder que Dios otorgó a Nuestro Señor Jesucristo son conocidas en las comunidades cristianas de cualquier denominación por los testimonios que proclaman personas que han recibido esas bendiciones en el poderoso Nombre de Jesús.
Sin embargo, por el poco tiempo que nos damos para conocer de Dios por medio de conocer a Nuestro Señor Jesucristo a través de la reflexión y meditación en su Palabra para recibir el discernimiento espiritual de ella, nos aferramos al conocimiento tradicional de hombre que nos ha dominado por mucho tiempo en la ciencia, en la tecnología, en todas las áreas del saber humano, pero sobre todo en nuestras creencias religiosas o espirituales.
Esto se da porque necesitamos creer en algo y nos dejamos manipular por esas tradiciones que nos va llevando de la mano en la búsqueda del conocimiento que nos acerque a la verdad que tal vez inconscientemente rechazamos.
Estas reflexiones no pretenden ser el camino que lo lleve a conocer la verdad; de lo que se trata, es de invitarlo a despertar a la vida verdadera según el Nuevo Testamento, reflexionando y meditando profundamente en él y en compañía de quienes así lo quieran, para que el Poder de Dios a través de Nuestro Señor Jesucristo pueda manifestarse de una manera real y efectiva en usted, en mí, y en cualquier persona que esté dispuesta a comprobarlo por si misma, siguiendo disciplinadamente las indicaciones contenidas en el Nuevo Testamento guardando y enseñando a cumplir con fidelidad la Palabra de Jesús como la voluntad de Dios.