Sobre todo, un gran porcentaje de los que se suicidan son estudiantes universitarios, o sea hombres y mujeres jóvenes, que tienen los más altos privilegios de la educación y el conocimiento. Sin embargo, no le encuentran propósito a la vida, y como consecuencia, se la quitan.
Yo sé de dónde vengo. Sé por qué estoy aquí y sé adónde voy. Todo eso lo comprendí, lo acepté y ahora lo disfruto, porque conozco lo que enseña el mejor libro de la historia, el viejo libro llamado la Biblia.
En primer lugar, el propósito de la vida es conocer a Dios personalmente y gozar y disfrutar de sus bendiciones en todo lo que hacemos. El hombre que conoce a Dios y que disfruta de sus bendiciones es un hombre que sabe de dónde viene, que sabe por qué está aquí y que sabe adónde va.
En segundo lugar, cada persona tiene el propósito de cumplir con el plan que Dios ha preparado para su vida. Jesús dijo en San Juan capítulo 10: "Yo he venido para que tengan vida y para que la tengan en abundancia". El plan divino al crearnos y colocarnos hombres y mujeres sobre la tierra, es que gocemos de la vida en toda su abundancia, en toda su plenitud.
La vida se conoce en su plenitud únicamente cuando conocemos a Dios. El que no conoce a Dios está muerto espiritualmente. Como dice el viejo poeta: "Muertos son los que tienen muerta el alma y viven todavía". Son como cadáveres ambulantes por las calles de una gran ciudad, rodeados de miles de personas, y sin embargo no conocen lo que es la verdadera vida ni el verdadero compañerismo en la vida.
En tercer lugar, sólo podemos practicar la voluntad de Dios de conocerle a El, cuando Cristo controla nuestras vidas. En el libro de los Efesios, el capítulo 2 dice: "Somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para realizar las buenas obras que de antemano dispuso que realizáramos". El propósito de mi vida es conocer a Dios.
Yo conozco a Dios desde el día que me encontré con El, cuando Cristo entró en mi corazón. Ahora que Cristo vive en mí, el propósito de mi vida es cumplir, hacer y practicar las buenas obras que Dios planeó para mi vida antes de salvarme. Y para su vida, es la misma situación. ¡Qué hermosa es la vida cuando Cristo está en el corazón! ¿Puede usted decir lo mismo?