La naturaleza humana a través de su inquietud por conocer más de todo, a impulsado al hombre durante la mayor parte de su existencia, a buscar la respuesta al verdadero motivo, sentido y significado de su existencia para conocer cuál es el orden y propósito de ella, y se esfuerza por encontrarlos por medio de diferentes mensajes que le van llegando a cada momento sobre ese tema, pero en cierto momento, se empieza a encontrar a cada paso que da, en grandes dilemas, porque la forma en que el hombre puede ver este apasionante asunto es tan variado y extenso, que en lugar de tener una visión clara de ello, lo va colocando a cada momento en situaciones normales de confusión, porque invariablemente esa cantidad enorme en conceptos acerca de lo que busca, lo hace involucrarse con varios de ellos y de diferentes corrientes religiosas y metafísicas que le han parecido afines a su muy particular forma de pensar, lo que lo va animando a componer con todos ellos, una fórmula casi perfecta para encontrar lo que busca, lo que lo va convirtiendo en una persona ecléctica, situación que se da porque va tomando de varias corrientes referentes al tema lo que a su propia consideración es lo más cercano a su inquietud, y guiado por estas consideraciones va siendo conducido a creer que está en lo cierto, creencia que defiende en su momento con pasión y denuedo, sólo, que al ir avanzando en sus creencias de acuerdo a sus estudios y/o de acuerdo a la información nueva que va recibiendo para ir conociendo otras formas y métodos, se va viendo obligado a hacer a un lado parte de lo aprendido, ya que los nuevos conocimientos que va recibiendo van arrojando nueva luz en su mente, lo que lo va motivando para modificar poco a poco su manera de pensar, ya que esos nuevos conocimientos que le van llegando le parecen más adecuados que los anteriores, así que va guardando en su mente, de todo lo aprendido anteriormente, únicamente lo que le ha parecido lo más cercano a su inquietud, porque invariablemente, todos los conocimientos que va adquiriendo sobre el tema, le van sirviendo unicamente para ir encontrando algunos valores que lo vayan acercando a su legítimo deseo de entender cuál es realmente el motivo fundamental de su existencia.
La verdad es que en la gran mayoría de esos estudios escritos o hablados sobre el tema, nos hablan del cuerpo, del alma, y del espíritu, sólo qué, normalmente, estas pláticas o estudios de tratados de ciencias herméticas, esotéricas o religiosas, centran casi toda su atención en la mente y en la física, y se manejan, en algunas asociaciones de una manera reservada y oculta, porque se sigue en la consideración de que no todo el mundo puede entender esos conocimientos, conocimientos que son reservados sólo para personas seleccionadas por quienes detectan ese poder, lo que los coloca en la seguridad de pertenecer a un linaje especial.
Pero mejor no hablemos de lo que desconocemos profundamente; de lo que sí podemos hablar, es de que muchos de nosotros hemos creído en Jesucristo en una forma tradicional, tradición heredada de nuestros padres y recibida a su vez por los suyos y así sucesivamente, por lo que la aceptamos como algo normal y correcto, y eso nos ha llevado a involucrarnos también como algo normal, en muchas doctrinas o dogmas diferentes a la fe cristiana o a sumirnos en cierta incredulidad en la veracidad de nuestra fe a pesar de seguir sintiéndonos creyentes.