En lo profundo del corazón
"Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cuál aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará lo oculto de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios" 1 Cor. 4:5.
El verdadero motor de las expresiones de nuestra conducta en un área desconocida de nuestro corazón. Nuestras motivaciones y actitudes. En otras palabras "las intenciones del corazón". Estas intenciones determinan nuestras acciones y son el impulso final de lo que pensamos y sentimos.
Generalmente, las motivaciones surgen de las necesidades internas de las personas; las actitudes, en cambio son conductas aprendidas que determinan nuestras reacciones y se expresan espontáneamente a través de lo que decimos y hacemos.
Dios nos dice en Su Palabra que Él mira nuestro corazón y aprueba nuestras actitudes. "Fenezca ahora la maldad de los inicuos, más establece tú al justo; Porque el Dios justo aprueba la mente y el corazón" Salmo 7:9.
La Palabra de Dios siempre apunta a transformar nuestras actitudes y motivaciones. Actúa en nuestro interior cuando le creemos, reconocemos nuestra necesidad de cambiar, pedimos perdón, y decidimos obedecer.
El fruto del Espíritu Santo en nosotros trabaja en el ámbito de las motivaciones y actitudes, son éstas el objetivo de la santificación.
Cabe preguntarnos: ¿Por qué hago esto? ¿Por qué hago aquello? ¿Qué es lo que quiero hacer con tal o cuál cosa?.
Examinarnos y sincerarnos con nosotros mismos y con Dios, deberá ser un ejercicio diario. Ello nos libera y nos ayuda a caminar cada día.
Oración: Padre, gracias porque me ayudas depositar en tus manos toda mi angustia, mi mala circunstancia, mi tribulación y Tú me descansas. Lo creo. En el nombre de Jesús, amén.
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