Las cosas después de un tiempo nunca son iguales, jamás la gente es igual al otro día, las costumbres van cambiando, los hábitos se van haciendo de uno, la rutina nos va comiendo todos los días, las obligaciones cada día son más, las risas tal vez son menos, las caricias se van haciendo pocas y los besos ligueros...
Así es la vida, un camino lleno de colores, aromas, climas, sentimientos... de pronto hay días en que todo es color de rosa con aroma suave, sin embargo también hay días grises con aroma a viejo.
Hay días cálidos como la primavera, pero también hay noches frías como el invierno.
Hay momentos de alegría, risas, sueños, metas... hay momentos de caras tristes, de gritos, de ofensas, de enojos...
La relación de una pareja es así porque se va haciendo cada día, minuto a minuto, es una historia que no está escrita.
Los hijos... llegan, pero de la misma forma se van y solo queda al final el amor y la compañía. Los hijos... esas personas chiquitas que nos enseñan tantas cosas, que nos hacen darnos cuenta de todos esos sentimientos que si tenemos y que son tan bellos.
Y sin embargo, a veces no tenemos la capacidad o el tiempo de detener nuestra rutina dos minutos y valorar todas y cada una de estas pequeñas alegrías de la vida.
veces no tenemos el valor de asomarnos afuera de nuestra esfera y ver que hay cosas hermosas que mirar, y ver que de las cosas no tan hermosas, también se puede aprender.
Toma dos minutos de tu vida, sólo dos minutos, y piensa en todo lo que tenemos, en todo el amor que está en el aire solo para respirarlo, todas las sonrisas que a veces no vemos por estar con la atención en otras cosas, todas las miradas tan profundas, todas las palabras que no escuchamos, todos los aromas de las flores, todas las texturas, y todos los colores.
Saludos y bendiciones.
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