El precio de la oración
Sambo fue un esclavo negro que vivió en la región Sur de Estados Unidos. Era un
cristiano muy gozoso y un fiel sirviente, pero su amo al encontrarse muy mal de
dinero se vio obligado a venderlo. Al cabo de poco tiempo vino a comprarlo el
dueño de la plantació de al lado.
El joven era inconverso, era un impío pero después de arreglarse con el precio
sobre Sambo, este esclavo cristiano fue vendido a su nuevo dueño.
Al despedirse del joven el antiguo amo le dijo: Ya se dará ud. cuenta de que
Sambo es un excelente trabajador y digno de toda confianza; él le complacerá a
ud. en todo menos en una cosa.
¿Cuál es esa cosa? pregunto el joven. Que le gusta mucho orar y nunca ud.
podrá quitar esa inclinación de Sambo, pero ese es su ínico defecto.
¡Ah,si! pues no tenga ud. cuidado, porque pronto le quitaré ese defecto a l
latigazos, recalcó el impío.
No temo nada respondió dijo el antiguo amo de Sambo, pero le aconsejo que no
lo haga, Sambo preferirá morir a dejar de orar.
Sambo probo su fidelidad al nuevo amo como lo habñia hecho con el anterior;
pero pronto llegó a oídos del amo que Sambo había estado orando. Le mando
llamar y le dijo: Sambo, no debes volver a orar jamás; aquí no nos gusta tener a
nadie que ore, con que a trabajar y ya sabes que no quiero volver a oir que te
ocupas de tales tonterías. Sambo contestó: Amo, yo tengo que orar a Jesús;
cuando oro, amo más a ud. y a mi ama y además puedo trabajar más duro para
ustedes. Pero terminantemente le fue prohibido orar bajo pena de azotarlo con el
latigo.
Aquella tarde cuando el trabajo del día había tocado a su fin, Sambo hablo con
Dios cómo lo hizo Daniel en la antiguedad, y a la mañana siguiente fue llamado a
comparecer ante su amo quien muy enfadado le pregunto por qué lo había
desobedecido.
Amo, necesito orar; es que sin la oración no puedo vivir, dijo Sambo. Al oir estas
palabras, el amo montó en una cólera terrible y le ordeno al esclavo que se
despojara de su camisa y a otros les dijo que lo ataran al poste donde se
castigaban a los esclavos a latigazos. Entonces él mismo tomó el latigo y con toda
la furia que es capaz un hombre enfurecido folpeó tanto a Sambo, hasta que la
misma esposa del amom le rogó que dejará de golpearle.
El hombre estaba tan furioso que hasta amenazó a su esposa con castigarla si se
empeñaba en defenderlo. Luego siguió pegando a Sambo hasta que se le
terminaro las fuerzas. Des pues mando que le lavaran la espalda ensangrentada
con agua salada; le pusieron su camisa y lo volvierona a mandar a seguir a trabajar
Aunque sus dolores eran insufribles, Sambo se fue a sus labores cantando con voz
dolorida: " No hay tristeza en el cielo, Ni llanto ni amargo dolor. Estar con Cristo es
mi anhelo, Porque Él es mi Salvador y Redentor".
Sambo trabajó muy duro aquel día aunque la sangre se filtraba de su espalda donde
el látigo había dejado hondos surcos. Pero Dios estaba obrando en el corazón de su
amo. Se puso a reflexionar sobre su maldad y crueldad para con aquel esclavo cuya
única falta había sido su fidelidad a Dios.
Se apodero de él un arrepentimiento muy fuerte, se fue a dormir pero no pudo
concliar el sueños por muchos esfuerzos que hizo.
Era tal su agonía que a mdia noche tuvo que despertaqr a su esposa y decirle que
se moría. Su esposa le dijo: ¿Quieres que vaya a vuscar al doctor?. NO, no quiero
venga ningún doctor. ¿Hay alguien aquí en la plantación que pueda orar por mí?
dijo el esposo. Creo y temo que me voy al infierno.
Pues no se de nadie que pueda hacerlo, excepto de Sambo a quien castigaste tan
duramente esta mañana. ¿Crees que vendría a orar por mí? Sí creo que lo haría,
contestó la esposa. Entonces manda traerlo inmediatamente, dijo él.
Encontraron a Sambo arrodillado orando a Dios. Cuando lo sorprendieron en esa
actitud, pensó que le castigarían de nuevo pero al llegar al dormitorio de su amo,
grande fue su pena al verle retorciéndose de agonía.
Quejándose aqmargamente el amo dijo: Sambo, ¿quieres orar por mí?. ¡Cómo no!
¡Bendito sea Dios; he estado orando por ud. toda la noche, y al decir estas palabras
de rodillas y como Jacob en su tiempo, luchó con Dios en oración. Antes de romper
el alba, Sambo fue testigo de su amo y de su ama.
El amo y el esclavo se abrazaron. La diferencia de razas y la crueldad pasada
cayeron como por encanto ante el amor de Dios y lágrimas de gozo se
confundieron en aquella ocasión.
Inmediatamente Sambo fue puesto en libertad y ya no tuvo que trabajar en la
plantación. El antes impío liberado por la sangre de Jesús se llevó a Sambo y juntos
sefueron a predicar el evangelio. Viajaron por todos los Estados del Sur, siendo
testigos del poder de Cristo para salvar a todos.
Tal es el amor de Dios en el alma donde Cristo mora. "En esto consiste el amor; no
en que nosotros hayamos amado a Dios, sino que él nos amo a nosotros, , y ha
enviado a su Hijo en propiación por nuestros pecados" 1 Juan 4:10.