Nadando en la fe
"Pero Jesús, volviéndose y mirándola, dijo: Ten ánimo, hija; tu fe te ha salvado Y la mujer fue salva desde aquella hora" Mateo 9:22.
¿A quién hemos confiado la dirección de nuestras vidas? ¿En qué hemos depositado nuestras esperanzas? ¿Cómo pretendemos conquistar nuestras victorias y como está nuestra expectativa respecto a nuestros sueños?.
No podemos seguir en frente sin fe. No podemos desear grandes cosas sin fe. No podemos siquiera salir de nuestras casas sin fe. Necesitamos creer que todo irá bien, que alcanzaremos éxito, que sobrepasaremos los obstáculos, que no iremos a desanimarnos cuando experimentamos el primer fracaso o decepción, que llegaremos con regocijo al lugar determinado de nuestra bendición.
Si, necesitamos la fe. Y la garantía de una vida bendita es tener fe en nuestro Señor Jesús. Es nuestro Salvador, nuestro Guía, nuestro mejor Amigo. A su lado el camino es más florido y perfumado, las Campiñas son más verdes y tranquilas, las bendiciones son ricas y abundantes.
La fe salva nos lleva a dejar el lugar donde estamos para saltar en los brazos de Jesús, creyendo plenamente que Puede sostenernos.Es como intentar nadar.
La natación funciona según y como. Antes de que empecemos a nadar, debemos creer que el agua puede sostenernos. Si queremos ser salvos, necesitamos primero en Jesús para poder nadar en el gran mar de Su amor y eterna misericordia. Ésta es la fe que salva.
Queremos nada en el mar del amor de Dios, en el río de Sus misericordias, en el lago de Su fidelidad, en el río de Su paz. Queremos nadar en la fe para siempre.
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