La súplicas
Un barco naufrago y sólo dos hombres pudieron nadar hasta una isla desierta.
Los dos hombres no sabían que tenían que hacer y decidieron que ambos debían orar a Dios.
Decidieron que para saber cual de los dos haría las oraciones más potentes iban a separarse y así decidieron establecerse en lados opuestos de la isla.
Lo primero por lo que oraron fue por alimentos. A la mañana siguiente el primer hombre vio un frondoso árbol de fruta del cual pudo comer. El segundo hombre no recibió nada.
Varíos días después el primer hombre se sintió sólo y oró por una mujer que le acompañara. Al proximo día otro barco naufragó y la única superviviente fue una mujer que llegó a su territorio y allí se estableció como su compañera.
Los dos hombres siguieron orando y el primero pidió en sus oraciones casa, ropa y más alimentos. Al momento el primer hombre recibió todos sus deseos, mientras el segundo nada recibía.
Finalmente el primer hombre oró por un barco que su esposa y él pudieran salir de la isla. Al día siguiente llegó un barco al lado donde se estableció, y decidió dejar al segundo hombre abandonado en la isla, pues considero que sus oraciones no habían recibido la bendición de Dios y por eso no habían sido respondidas.
Cuando el barco zarpaba de la isla ecuchó una voz que sesonaba de los cielo que le perguntó:
¿Por qué dejaste a tu compañero abandonado en la isla?
El primer hombre respodió a la voz:
Mis bendiciones son sólo mías pues fui yo quién las pidió. Las súplicas de mi compañero no fueron escuchadas por Dios porque Dios no tenía nada para él.
"Estas totalmente equivocado, respondió la voz, él tuvo una sola súplica que yo le respondí".
A lo cual el primer hombre preguntó: ¿Dime entonces lo que él pidió para que yo debiera algo en pago?.
La voz le respondió: "Él oró para todas tus súplicas fueran concedidas"