Sin sangre no hay remisión
"Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión" Hebreos 9:22. Existen preguntas que el versículo de hoy responde. ¿Por qué tuvo que morir Jesús? Qué sucedió en la cruz? Para entenderlo necesitamos remontarnos al Edén. Dios había dicho al ser humano que, si desobedecía moriría. Adán y Eva desobedecieron y, por tanto debían morir. No sólo ellos; todos nosotros. La biblia firma que todos nosotros pecamos; que no hay justo, ni aiquera uno y, consecuencia, todos estamos condenados a la muerte. El apóstol Pablo declara que la paga de pecado es la muerte. No hay remisión de pecados sin deerramamiento de sangre. El problema es que las personas no quieren morir (me refiero a la perdición eterna), desean ser perdonadas y continuar teniendo la vida eterna. Pero, Dios y su Palabra son Eternos. Si Su Palabra declaró que el pecador debe morir, la muerte del pecador debe cumplirse. Pero el hombre no quiere morir; Dios lo ama y tampoco desea que muera. Ahí aparece un dilema: la divina demanda la muerte del pecador, y la misericordia de Dios desa salvarlo. ¿Qué hacer? En ese contexto, se yergue la persona maravillosa de Jesús. Él se ofrece voluntariamente; viene; a la tierra como ser humano. Era Dios com pletamente, nunca dejo de ser Dios; pero, asumió la naturaleza humana. fue hombre, completamente hombre.
Al venir a esta tierra, Jesús fue tentado en todo, pero sin pecado. Por ser Dios ya poseía la vida; pero, como ser humano, conquistó también la vida. Fue obediente hasta la cruz. nadie podía señalar un pecado en Él; fue completamente victorioso. Y ahora se presenta al Padre y argümenta: "Padre la ley argümenta que el pecador debe morir y el justo debe vivir. Yo fui a la tierra, y viví una vidda justa. Por tanto conquisté la vida. Ahora, en tu Palabra no hay nada que diga que no puede haber un intercambio. Entonces, la muerte que el hombre se merece la quiero morir yo, y la vida que yo conquisté, (como ser humano, se la quiero donar al hombre").
Y fue eso lo que ocurrió en la cruz del Calvario. El justo murió por los injustos; el Santo entregó su vida por los pecadores. Y el hombre no tuvo que hacer nada; sólo recibir. Por gracia, sin pagar nada.
Todo lo que tiene que hacer ahora es creer que Jesús le ofrece la vida, y aceptarla, porque " casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión".
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