de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino
sino con la sangre preciosa de Cristo, como un Cordero sin mancha y sin
y sin contaminación" 1 Pedro 1:18-19.
Cómo seres humanos que éramos, nos encontrábamos en una situación
terrible antes de experimentar la redención de Cristo; éramos mercancía
estaba a la venta en un mercado inmundo, el mercado de la vana
manera de vivir. Anteriormente éramos mercancía que estaba a la venta
en el centro comercial de Satanás, en su mercado inmundo y mundano.
Aunque éramos artículos que estaban a la venta en Satanás. Cristo vino
a comprarnos, a redimirnos. Él pagó un precio muy alto para comprarnos:
el precio de Su preciosa sangre.
Satanás no quería que Cristo nos comprara. Cómo no quería soltarnos
ni dejarnos ir, puso muchos obstáculos y levantó barreras para
impedir que Cristo nos comprara. Con todo, cristo murió en la cruz y
derramó su sangre inmaculada para redimirnos. Desde nuestra
perspectiva fuimos comprados: el precio: Su divina sangre.
La sangre que nos redimió fue una sangre extraordinaria; fue la sangre
de Jesús, todo Hombre y todo Dios, quien llevó una vida de la norma
más elevada. El Señor Jesús es un Hombre mezclado con Dios. Por
consiguiente, cuando el Jesús Hombre murió en la cruz, Dios también
pasó por la muerte. No hay palabras humanas que puedan explicar
esto. Solamente la sangre de Cristo podía redimirnos. Satanás el
usurpador, nos había puesto a la venta; pero Cristo, nuestro
Redentor, pagó el más alto precio para comprarnos.
Pastor Jaime Batista Cortes