Dios, Padre bueno, soy como un niño pequeño que no puede vivir sin tu gracia. Soy como tus discípulos en la barca, dominado por el miedo o la incertidumbre. Creo en tu inmensa misericordia y amor, por eso vengo a buscarte hoy en esta oración. Quiero que el fuego de tu Espíritu Santo transforme mi endurecido corazón para que se abra y se llene de esa paz que sólo Tú me puedes dar.
|