¿Por qué ves la paja en el ojo de tu hermano, y no te das cuenta de la VIGA que tienes en el tuyo?¨. Mateo 7: 1.
Tenemos que aceptar que es muy frecuente entre nosotros los ¨cristianos¨ ver ¨la paja en el ojo ajeno¨. Alguno tiene la ¨astucia¨ verbal, lanza la piedra y esconde la mano, él ¨no sabe nada¨, ¨no quería decirlo¨, ¨no le interesa¨, él queda fuera del conflicto que provocó, lo ¨malinterpretaron¨, incluso él dice que ¨ama la paz¨. Así es, hiere y huye, provoca el mal y se oculta, enciende la mecha y disfruta, de lejos el espectáculo del incendio. Da el golpe por la espalda, ¡Ah! pero luego se queja de la mala educación de los demás, cuando le reclaman los afectados de sus ¨buenas intenciones¨. Un personaje incapaz del diálogo valiente y personal. O también, esos otros ¨lengua larga¨ que abren tan fácilmente el ¨tambo¨ de sus propias maldades, maledicencias, chismes, insinuaciones con tal de encontrar siempre alguien que quiera escucharlo. Es un experto en pequeñas maldades. Un individuo vacío, superficial, miedoso (tiene miedo a quedarse solo en su propio vacío, por eso ¨desparraman¨), y pasa su tiempo ocupándose de la vida de los demás y salpicándolos con su veneno.
Una mujer se quejaba con su comadre que había ido a visitarla, de lo ¨sucia¨ y poco cuidadosa que era su vecina. ¨Fijate bien desde aquí, desde la ventana de mi cocina par que veas qué tan sucios trae a los niños, y su casa. Es una desgracia tener que vivir en semejante vecindario. Mira qué tan sucia está la ropa que tiene tendida en su patio. La amiga se acercó a la ventana, miró hacia fuera y dijo: A mí me parece que esa ropa y esos niños están perfectamente limpios. ¡Lo que está sucio y tiene manchas son los vidrios de las ventanas!.
Del Salmo 32: En el Señor está nuestra esperanza.