En
esta etapa, que es en donde surgen las preguntas más inquietantes
acerca del rumbo que deberíamos tomar en nuestra vida, vemos con temor
en muchos de los casos, que no estamos debidamente preparados o
advertidos por quienes se supone deberían haberlo hecho y no lo
hicieron, es decir, nuestros padres, ¿por qué?. ¿Falta de cariño, amor,
poco interés en lo que nos espera, o la importancia que creemos tener
para ellos definitivamente no existe? La verdad es que no entendemos en
ese momento que es lo que está pasando, y lo que también es verdad, es
que algunos sí tuvimos esa enseñanza, aunque en muchos casos no fue
suficiente, pero lo que sí es real, es el amor sin condiciones de
nuestros padres para con nosotros.
Pues
bien, lo que pasa, es que a nuestros padres también les sucedió lo
mismo que nos sucedió a nosotros, y por lo tanto no tuvieron la
información correcta y suficiente cuando ellos tuvieron que pasar por lo
mismo, y que después de que superaron esa etapa, no tuvieron la
oportunidad o la capacidad de buscar y encontrar esa información que
tanta falta nos hizo a nosotros, por lo que después de leer estos
relatos, no nos quedemos ignorantes como padres o como familiares
cercanos o simple y sencillamente como amigos, a proveer del
conocimiento necesario, de la información correspondiente a todo aquel
que lo necesite sin siquiera saberlo, y por supuesto, a todo aquel que
lo solicite para sí mismo o en el nombre de otra persona para ayudarlos
en la medida de lo posible, al desarrollo adecuado de ellas.
Estas
consideraciones las tengo que hacer notar porque sin duda son
importantes y necesarias para la real comprensión de lo que expondré a
continuación, ya que la diversidad de situaciones que se presentaron y
que se siguen presentando en mi vida, le dan un matiz especial a estos
relatos, puesto que indudablemente muchos de ellos, parecieren como si
los hubiera copiado de sus propias experiencias, lo que invariablemente
servirá para tener y retener su atención en el presente escrito que le
proporcionarán, así lo espero, de unos momentos de solaz esparcimiento y
tal vez, sólo tal vez, le den algo que pueda dar a los demás.
Al
tratar de recordar hasta donde me es posible el inicio de mi paso por
esta maravillosa vida que me tocó vivir, me lleva a ubicarme a la edad
de dos a cuatro años viviendo en una casita con piso de tierra y un
mobiliario lleno de pobreza que supongo no hizo mella en mí, ya que no
recuerdo malos tratos ni privaciones, sino únicamente el amor
maravilloso de mis padres que me hicieron sentir totalmente satisfecho
en todos los aspectos que a mí me concernían.
A
la edad de cuatro años, nos cambiamos de domicilio a una casa
enteramente nueva, de paredes sólidas y techo de losetas sostenidas por
vigas de concreto, era, a mi forma de ver, una casa hermosa y enorme ya
que contaba en ese tiempo con dos recámaras de 4 x 4 metros, un baño que
se me hacía increíble ya que se encontraba dentro de la casa, y qué
lejos estaba de parecerse al anterior en todo, primero, su tamaño,
enorme, de 2 x 4 y luego, algo insólito, una cosa que le llamaban
regadera y que tomaba, en una forma por demás agradable, las funciones
de la jícara y de la cubeta con las que mi madre me bañaba, bueno a mí y
a mis hermanos; Mario, nacido apenas unas cuantas horas antes que yo,
Crispín el mayor de 8 años y Rafael el mediano con 6 años de edad, y el
más pequeño de mis hermanos, Miguel.
Aparte
del baño había una sala y un comedor separados por un arco, que más
bien parecía cuadrado, y que medía cada uno 4 x 4 además una cocina de 2
x 4. Pero me faltó decirles que el baño, el baño no tenía ese cajoncito
de madera al que estábamos acostumbrados, no, en su lugar había una
cosa de un material extraño en el debíamos sentarnos con mucho cuidado
so pena de terminar dentro de el, lo cual no era nada conveniente por
las razones que ustedes se podrían imaginar.
Siguiendo
con nuestro expectante recorrido, dimos, en la parte posterior de esa
inmensa casa, con un terreno enorme lo suficientemente grande para
correr y divertirnos, ya que su increíble tamaño era de 20 x 10 el cual,
para nosotros, mis hermanos y yo, era tan grande como un campo de
beisbol.