Parte 5
A
estas alturas de mi desarrollo como persona, la experiencia adquirida en
esos tiempos fue conformando y templando mi carácter y mi forma de ver y
sentir las cosas, lo que después de varios años de no saber aprovechar,
y aparentemente desperdiciar esa época inicial como estudiante de
secundaria, ya que no tuve la disposición de continuar regularmente con
ellos, lo que me llevó a reprobar por dos años consecutivos el primer
grado, empezó a gestarse un giro diferente en mi vida.
Después
de un tiempo de aventura que más adelante les platicaré, volví a la
escuela con las ganas de recuperar, aunque fuera en cierta manera, los
años desperdiciados, y eso hizo que me esforzara por terminar mis
estudios de secundaria, mismos que afortunadamente terminé aunque
debiendo la materia de matemáticas de tercero por haberla reprobado, la
cual, nunca presenté.
Posteriormente,
mis inquietudes en el dibujo y la pintura, me hicieron inscribirme en
el Taller de Artes Plásticas, un taller en donde se encauzaba el talento
en las diferentes áreas creativas manuales y que dependía en forma
provisional de la Universidad Veracruzana, pero al ver la cantidad y
calidad del material humano que solicitaba esos estudios, hizo que con
el paso de los años este sencillo taller se convirtiera en la actual
Facultad de Artes Plásticas.
El
tiempo que pasé en las aulas de ese taller fue también maravilloso,
puesto que en ellas conocí a muchas personas que me brindaron una
amistad muy especial, especial porque tanto ellos como yo lo que
buscábamos era una identidad común en lo que nos gustaba, y ese gusto
por lo mismo, fue la que nos unió y que motivó esa amistad sincera y
desinteresada que fluía de todos sin excepción, incluyendo a todo el
personal docente, que más que directores y maestros, eran unos
verdaderos compañeros con nosotros sus alumnos.
Pasada
la euforia de querer ser un artista plástico reconocido, empecé a
asentar mis pasos y empecé a trabajar en la empresa en que mi padre
laboraba, es decir, en la Cooperativa de Camioneros del Servicio Urbano,
como tarjetero, es decir, como la persona que les recogía las tarjetas
de ruta a los choferes de los camiones para entregarlas en la oficina
del despachador quién programaba nuevamente sus salidas en esas
tarjetas, mismas que yo entregaba a los choferes; pero mejor no nos
adelantemos, para que así, después de haberles dado a conocer mi
currículum de estudiante en la forma tradicional, pasemos ahora a
conocer mi currículum de estudiante en la escuela de la vida, es decir,
en cómo me desenvolví y desarrollé en los diferentes círculos en que
todos nos movemos, familiar, del barrio, estudiantil, de trabajo, etc.
Pues
bien, ¿recuerdan que les platiqué de cuando nos cambiamos a la casa de
la calle cooperativismo y de la forma en que se encontraba en ese
entonces mi barrio?, bueno, pues es precisamente ahí en donde empieza la
telenovela de mi vida.