Parte 4
¡Ha!
de los años en que estuve en el jardín de niños, en realidad son pocos
los recuerdos que me quedan; estudié en el jardín de niños Pestalozzi, y
a mí me gustaba jugar mucho en el cajoncito de arena y además quería
mucho a mi maestra Charito, una mujer todo amor y dulzura (y pecas) con
una paciencia a prueba de niños, además no me gustaba que me regalaran
galletas y dulces por aquello del ogro que engordaba a los niños para
comérselos, ¿recuerdan ese cuento?
De
mi paso por la escuela primaria, recuerdo que nunca fui un estudiante
brillante aunque tampoco era una papa enterrada, lo que más me gustaba y
creo que aún más les gusta a los niños de primaria, era el recreo, pues
era el momento para dejar desbocar ese potrillo que todo niño lleva
dentro, carreritas, saltos, juegos de la roña y muchos más que
seguramente ustedes también han de recordar, fueron parte importante en
mi formación.
Lo
que fluye en estos momentos en mi mente en referencia a ese tiempo, es
el recuerdo de varios amiguitos de la escuela que de alguna manera
influyeron en mí, como por ejemplo, el de un chiquillo que
desafortunadamente me olvidé de su nombre, pero que por él me interesé
desde muy temprana edad por el canto, ya que lo que observaba en él era
su gran popularidad entre maestros y alumnos y en especial entre las
alumnas a pesar de no ser bien parecido, también me gustaba mucho
dibujar, lo que me valía la felicitación de mis maestros y la envidia de
mis compañeros, recuerdo en especial al Profesor que me tocó en el 3er
año, Mario Mota, un profesor consecuente y amable con sus alumnos y un
impulsor del talento que veía en ellos, como por ejemplo, motivar a mi
hermano Mario para construir aviones de madera balsa con o sin planos, a
mí, a dibujar, y a muchos otros, en las diferentes aptitudes en las que
destacaban. Es indudable que mi paso por la escuela primaria fue muy
importante para conocer cosas que con el tiempo me serían de gran
utilidad en mi desarrollo.
Después
vino el tiempo de estudiar la secundaria, tiempo que recordamos más por
el simple hecho de que nuestra mente ya se encuentra en un nivel de
recepción más elevado que hace, que todo lo que aprendamos a partir de
ese momento nos vaya preparando para entender de manera muy diferente la
forma de ver nuestra vida, ya que en ese tiempo es cuando empezamos a
esconder nuestros sueños infantiles y nos esforzarnos por penetrar ese
nuevo mundo que se abre en forma espectacular ante nuestros ojos, y
empezamos a adoptar moldes de acuerdo a como piensan los jóvenes de más
edad, y queremos dejar atrás las enseñanzas de comportamiento que
recibimos en la escuela primaria, y sobre todo, las que recibimos en el
seno familiar por considerarlas impositivas, por lo que deseamos que se
respete nuestra nueva forma de ver las cosas, que, indudablemente no es
la más adecuada, pero que va haciendo comenzar a aprender a reflexionar
en lo bueno y malo de nuestra nueva forma de pensar, y nos va dando,
inexorablemente, la pauta para asimilar, a veces de manera violenta en
lo físico y sentimental, las respuestas a las preguntas que nos hacemos a
esa edad, y esa situación nos debería hacer pensar y razonar mejor las
cosas para ir avanzando correctamente en nuestro desarrollo como
personas, sin embargo, muchos jóvenes que no tienen el ejemplo paternal
de lo que ellos mismos ( sus padres ) reclaman, toman como agresión
personal los regaños y las observaciones hechas a su comportamiento, y
como no obtienen el reconocimiento que quisieran, dan por hecho que sus
padres son la causa de lo que ellos mismos rechazan; por otro lado, hay
chicos que creen que sus padres piensan que todo lo que ellos hacen está
mal, aunque esto no sea verdad, y sus razonamientos se desvían de tal
manera, aunque no en todos los casos por fortuna, que empiezan a
consolarse con otros amigos que sienten y piensan de igual manera, y no
falta quien se aproveche de esta confusión y los empiece a involucrar en
las drogas y en la prostitución.