Decirle sí a Jesús
He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta,
entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.
Apocalipsis 3:20
(Jesús le dijo:) Zaqueo, date prisa, desciende,
porque hoy es necesario que pose yo en tu casa.
Entonces él descendió aprisa, y le recibió gozoso.
Lucas 19:5-6
Jesús
está siempre vivo y presente, pero nunca viola nuestra libertad. Se
queda en la puerta y llama discretamente. No entra si no es invitado. No
pregunta si el que le llama es digno de recibirle, sino si realmente
desea que entre» (N.S. de Rumania).
Ser cristiano es haber dicho
libremente “sí”, el sí de la fe en Jesucristo. Es decir al Señor Jesús:
–Entra, Señor. Entonces, permítame una pregunta: ¿Recibió usted al Señor
Jesús? Quizá no se atreve a dar ese paso. Esté seguro de que Jesús
quiere ayudarle a confiar en él. Sabe muy bien qué es lo que lo retiene:
puede ser el temor a equivocarse o a ser rechazado, a perder sus
amigos, su libertad, o cualquier otra razón. Pero nadie puede creer en
su lugar, nadie puede acompañarle hasta el final de esa decisión por
Jesús… salvo él, quien le ofrece su perdón. ¡Reconozca la grandeza de su
amor por usted!
Cristianos, este sí inicial es seguido, a lo largo
de nuestra vida, por la búsqueda de lo que complace al Señor. Este
consentimiento toma su fuerza en la confianza cotidiana y renovada en
Jesús. Él nos da la fuerza para comprometernos… y someternos a su
autoridad. Porque si nuestra fe es un compromiso de amor, también es una
entrega con toda confianza al Señor Jesús. En él, en su fidelidad,
hallaremos la fuerza para permanecerle fiel, ¡cada día!
(( De la Red))