El ocultismo
No participéis en las obras infructuosas
de las tinieblas.
Efesios 5:11
¿Cómo explicar que en un siglo como
el nuestro,
en el que brilla la inteligencia humana,
que sabe dividir el átomo y enviar
cohetes al espacio, tantas personas
confíen en la astrología y el ocultismo?
Aun el horóscopo,
que parece insignificante
y que se halla en la mayoría de los diarios,
es una puerta abierta a las tinieblas.
Usted dirá:
¡No es más que una creencia inofensiva,
un juego! Entonces, ¿Por qué lo lee?
¡Cuidado! Quien presta atención
a tales cosas a menudo cae en manos
de charlatanes, pero a veces también
bajo el poder de Satanás.
Es como una escalera que baja
y se hunde en la oscuridad.
El primer escalón es la lectura
del horóscopo o el temor supersticioso,
por ejemplo tener miedo
de que ocurra una desgracia
el martes trece o por ver a un gato negro.
El segundo es la consulta a un vidente
o médium. Se baja de escalón
en escalón hasta llegar al último:
la muerte, separación eterna de Dios.
“No os volváis a los encantadores
ni a los adivinos”, dice la Biblia
(Levítico 19:31). Esa gente sólo conoce
el pasado e inventa el futuro.
La Palabra de Dios también nos dice:
“Para el malo no habrá buen fin,
y la lámpara de los impíos será
apagada” (Proverbios 24:20).
Nuestro Dios nos abre su corazón
y nos confía sus pensamientos:
“Porque yo sé los pensamientos
que tengo acerca de vosotros,
dice el Señor, pensamientos de paz,
y no de mal, para daros el fin
que esperáis” (Jeremías 29:11).
Él es quien decide nuestro porvenir.
Confiemos en Dios, el máximo poder,
quien es también el que nos pedirá
cuentas de nuestra vida.
((De la Red))