
NO PODEMOS ESCAPAR DE DIOS

El
eminente predicador Enrique Ward Beecher dijo que hay “ciertas
dificultades con Dios que nos arrastran; y cesarían si nos pusiéramos en
pie y fuéramos a donde Dios quiere que vayamos”. A menudo sucede que un
hombre que ha cometido un crimen sube en un tren y viaja rápidamente
para otra parte; pero a pesar de la rapidez con que se aleja del lugar
donde cometió el crimen, hay algo que camina más rápidamente, es a
saber, el mensaje telegráfico o el de radio, de manera que cuando llega a
su destino, es aprehendido instantáneamente por los oficiales que le
han estado esperando largo tiempo. Así Dios con frecuencia sorprende a
los pecadores que en vano han tratado de escapar de su conocimiento y
retribución.
Hubo cierto hombre que mató brutalmente a un recién
casado en la ocasión de su matrimonio, habiendo obtenido admisión
hipócritamente a las festividades de las bodas. El asesino montó a
caballo en la obscuridad de la noche y huyó precipitadamente por los
bosques y sendas torcidas. Cuando salió el sol al siguiente día,
descubrió que estaba saliendo de un matorral que estaba en frente del
mismo castillo del cual había huido, y que inconscientemente había dado
una vuelta grande por sendas tortuosas. Se horrorizó: fue descubierto y
sentenciado a muerte. Igualmente nos encontraremos cuando pase la
noche, siempre en presencia de nuestro pecado y de nuestro Juez, sin
valer que hayamos huido muy lejos y muy precipitadamente.

(( De la Red))
