Lo que cuesta el pecado
Dice Henry Ward Beecher: “Había un hombre en el pueblo en que nací, que robaba toda la leña que utilizaba. En las noches frías, salía de su casa y se llevaba la leña de distintas leñeras de las casas vecinas. Se hizo un cálculo, y se demostró que el hombre perdía más tiempo y trabajaba más para conseguir de este modo su combustible, que lo que hubiese hecho si hubiera trabajado honestamente. Y este ladrón es una figura de miles de hombres que trabajan mucho más para agradar a Satanás que lo que harían para agradar a Dios.
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UNA MONTAÑA DE PECADOS DESTRUIDA
El misionero se estaba esforzando en hacer comprender a los míseros nativos de aquella aldea africana, cómo el poder de la sangre de Jesús basta para limpiarnos de todos nuestros pecados, sin adición ninguna de dogmas ni ceremonialismos.
Al fin, una mujer se acercó a él, y con pena le confesó: “Señor; pero mis pecados son tantos como las arenas en la ribera del mar. ¿Puede Jesús borrarlos todos?”.
El misionero contestó:
“Id pues, a la orilla del agua, y levantad un montón de granitos de arena. Luego sentaos cerca y esperad. Veréis lo que sucede”.
La mujer quedó pensando un instante y por fin exclamó:
“¡Ya lo veo! ¡ya lo veo! Como la mar se llevaría todo el montón, así también la sangre de Jesús me lava de todo mi pecado…!”
(( De la Red))