Predicación efectiva
Recientemente leí en un periódico acerca de un predicador que pronunció unos sermones directamente para el bien de un ateo que estaba asistiendo a sus servicios.
Poco después de la predicación de estos sermones, el ateo fue convertido y manifestó ante la iglesia que había aceptado a Cristo como su Salvador. El ministro le preguntó: “¿Cuál de mis sermones le quitó sus dudas?” Su respuesta fue clara: “Oh, no fueron sus sermones los que me decidieron. Lo que me hizo pensar fue una mujer pobre que salía del templo al mismo tiempo que yo, y en los escalones tropezó e iba a caerse cuando extendí mi mano para ayudarla, me dio las gracias y, mirándome a la cara, me preguntó: ‘Señor, ¿ama usted a nuestro bendito Salvador?’ Esta pregunta me hizo reflexionar y ahora puedo decir que amo a Jesucristo.
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Hogar feliz
Si un hogar quiere ser feliz, los miembros que lo componen deben observar las siguientes reglas:
1. Ser gentiles y pacientes.
2. Nunca contestar con palabras airadas.
3. Practicar el perdón y el olvido de las pequeñas ofensas.
4. Procurar hacerse simpáticos.
5. Aceitar la maquinaria de las relaciones mutuas en el seno del hogar, con
el aceite de la oración.
6. No olvidar establecer y practicar el culto de familia.
7. Evitar la contradicción entre los padres, pues ello tiene que ser de
fatales consecuencias.
(( De la Red))