Quiero Hablar Con Dios
La madre conversaba con una amiga por el teléfono y supe que la misma estaba enfrentando problemas y necesitaba de oración. La hija, de cinco años, saltaba, bromeando, por todo el casa y acabó entrando en el cuarto donde ella estaba. Al escucharla orando por el teléfono, preguntó eufórica: "¿Es Dios que está en el teléfono? ¡Necesito hablar con Él también!"
¿Será que de la misma forma que la niña de nuestra historia, también nos ponemos eufóricos con la posibilidad de hablar con Dios? ¿Cuando despegamos un tiempo para orar sentimos lo cuanto ¿es precioso aquel tiempo delante del Señor? ¿Hemos dejado de lado, aun cuando por algunos momentos, todos nuestros afazeres para poder conversar con el Padre y contarle las conquistas del día y pedir Su auxilio para resolver los problemas qué surgieron? ¿Cual la atención que hemos dado a la nuestra vida espiritual?
La alegría invade nuestros corazones cuando conseguimos aquél empleo tan deseado. Nos ponemos radiantes cuando el sueño de la casa propia es concretado. Una sonrisa de gran felicidad toma cuenta de nuestros rostros cuando conseguimos pasar en el vestibular de aquella facultad de nuestra preferencia. Cuando todo eso, o cualquiera otra cosa maravillosa, acontece en nuestras vidas, luego buscamos esparcir la novedad para todos los amigos.
¿Y al Señor? Hemos recordado de contarle que las bendiciones recibidas llenaron nuestros corazones de júbilo y que le somos infinitamente agradecidos? Hemos dado a El los créditos por la dichfelicidad qué pasamos a experimentar? ¿O solo recordamos de él cuándo enfrentamos luchas y dificultades?
¿Le gusta hablar con Dios?
Paulo Barbosa Un ciego en el Internet
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