Gigantes Pequeños Demás
1"Entonces dijo David al filisteo: ... yo vengo a ti en el
nombre del Señor de los ejércitos, el Dios de los
escuadrones de Israel, a quien tú has provocado" (1 samuel
17:45).
* * * * * * *
Un arqueólogo estaba excavando en el Desierto del Neguebe,
en Israel, y encontró accidentalmente un sarcófago
conteniendo una momia. Después de examinar la tumba, llamó
un curador de prestigio, de un museo de historia natural.
"¡Acabé de descubrir una momia de unos tres mil años de edad
que murió de colapso cardíaco!" exclamó el científico
excitado. El curador le dijo: "Traiga para adentro y
verificaremos eso." Una semana más tarde el curador,
perplejo, llamó el arqueólogo. "Estaba cierto sobre la edad
y causa de la muerte de la momia. ¿Cómo supe exactamente?"
"Fácil. Existía un pedazo de papel en la mano del hombre
donde se leía: 10.000 sheckells, en Golias."
Nuestra ilustración de hoy, bien humorada, habla de una
situación que, muchas veces, nos hace concluir que la causa
está perdida mismo antes de esforzarnos por vencerla. La
lucha entre Golias y David, a los ojos de todos, o por lo
menos de la mayoría, parecía gana debido a que desigualdad
de tamaño entre los dos protagonistas. Golias, el gigante
filisteo, era un soldado experiente y de tamaño descomunal.
David, un pastor de ovejas, aún mucho joven, de pequeña
estatura, parecía no tener chances de derrotarlo.
Lo que hizo la diferencia, en esta confrontación, fue la
forma con que cada de ellos la encaró. Golias confió en su
condición de bravo guerrero, acostumbrado a grandes
conquistas. David confió exclusivamente en la fuerza del
Señor. Por más fuerte que sea el enemigo, por mayor que sea
el obstáculo a sobrepasar, por más empinado que sea la
montaña a ascender, ¡con Cristo alcanzaremos la victoria!
Cuando los otros soldados miraron para Golias, lo hallaron
muy grande para que pudiesen matarlo. David miró para Golias
y creyó que era muy grande para que errase la puntería en la
hora de lanzar la piedra. Cuando estemos delante de una
grande prueba, tengamos la certeza de que ella es flaca
demás para resistir al poder del Señor que habita en
nuestros corazones.
se recuerde siempre: sea cual sea el tamaño de su problema,
su victoria ya está asegurada en Cristo Jesus.
Paulo Barbosa
Un ciego en el Internet