Un ejemplo digno de imitar

El donativo que un
hombre dio para las misiones nos da un ejemplo hermoso. Roberto
Arthington, de Leeds, graduado de la Universidad de Cambridge, vivió en
un cuarto pequeño, guisando sus propios alimentos; dio para las misiones
500,000 libras esterlinas con la condición de que toda esta cantidad
fuera usada para abrir trabajos misioneros nuevos dentro de los
siguientes veinticinco años. Después de su muerte encontraron un pedazo
de papel en el que había escrito lo siguiente: “Con todo gusto haría mi
cama en el suelo, tendría un cajón en lugar de silla y usaría otra caja
como mesa, en lugar de permitir que los hombres murieran por causa de
mi negligencia en darles el evangelio”.
La mejor ofrenda
Un
judío pobre una vez fue al templo sin cordero, ni palomas, ni harina
para sacrificar. Se quedó afuera avergonzado, y oyó cantar esta parte
del Salmo 51: “Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh
Dios…” Esto es lo que tenía ese judío, y entró. “Bendito seas”, dijo el
venerable rabí,” son pocos los que vienen con tal ofrenda”.

(( De la Red))