¡No Se Deje Abatir, Sonría!
"¿Por qué te abates, oh alma mía, Y por qué te turbas dentro
de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle,
Salvación mía y Dios mío"
(Salmos 42:11).
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En 1944, una mujer de 41 años de edad buscó un médico en la
esperanza de que éste le hiciese un aborto. Ella no quisiera
el hijo que estaba esperando. El médico rechazó con firmeza
tal actitud diciendo a la mujer que lo que anhelaba no era
correcto, ni legal, ni ético y ni moral. La mujer, más
tarde, dio a luz a un niño a lo cual dio el nombre de James
Robinson. Este niño no anhelado creció y se tornó un famoso
y victorioso evangelista . Dios tiene un plan especial para
todas las criaturas, mismo aquéllas que no son queridas.
Muchas veces nos tornamos abatidos por la indiferencia con
la cual somos tratados. Creemos que las personas no gustan de
nosotros, que nos tratan con desdén, que no reconocen
nuestro valor o mismo nuestra existencia. Sentimonos cual si
nada fuésemos y cual si todos extrañasen nuestra presencia.
A veces ese sentimiento es más fuerte en nuestra propia
casa. Parece que los demás tienen más importancia que
nosotros. En el trabajo nos esforçamonos para producir lo mejor
posible y, los valorados son los otros. En la escuela o en
la facultad, parecemos el pato feo o la oveja desgarrada.
Siempre estamos foráneo de las principales ruedas. Eso nos
hiere al alma y entristece el corazón.
Quizá el principal motivo de todo eso sea exactamente el
poco valor que atribuimos a nosotros mismos.
Somos hijos amados de Dios. Somos más que vencedores. Somos joyas
preciosas en las manos del Rey de los reyes. No existe nadie
en el mundo más importante que nosotros mismos. Dios
nos creó con un propósito y nadie podrá hacer aquello que el
Señor planeó para nosotros. Cuida de nosotros, suple nuestras
necesidades, nos guarda de todo mal y nos hace brillar de
una forma diferente de cualquiera otra persona. Él nos
ama y Su amor vence toda frustración, rechazo o depresión.
¿Siente algún tipo de rechazo? Rechace eso, mire a
Dios... sonría...usted tiene mucho valor.
Paulo Barbosa
Un ciego en el Internet