Cómo vencer la tentación.
Velad y
orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto,
pero la carne es débil.
Mateo
26:41
una poderosa revelación que se cumple al pie de la
letra, si la practicamos disciplinadamente
La tentación se puede relacionar con cualquier aspecto que
apele a nuestra codicia, lujuria u ociosidad; y por supuesto, a la exaltación de
nuestro ego. La Biblia, que es el libro de la Verdad, nos muestra una pauta muy
elemental pero realmente práctica, y es la de "huir de las pasiones
desordenadas" como huyó José ante el acoso de la mujer de Potifar; también como
Daniel fue capaz de no sucumbir a los encantos de la gran Babilonia y a la buena
mesa del rey Nabucodonosor que violentaba su conciencia. En el peor de los casos
vemos a Judas envenenado por la codicia económica, al igual que Giezi el
ayudante del profeta Eliseo y, de la misma manera, percibimos a Balaam un
profeta corrupto que aceptaba el soborno.
Hemos de aprender a desarrollar nuestra fuerza de voluntad
con la necesaria gracia de Dios para que, en momentos de debilidad o de una
fuerte presión satánica, seamos capaces de resistir al diablo hasta que huya de
nosotros. Por el inmerecido favor de Dios, hemos sido dotados de recursos
importantes para repeler las agresiones del enemigo: armas como el poder virtual
de la sangre de Jesús, el poder del Espíritu Santo que mora en nosotros y la
misma Palabra de Dios declarándola a viva voz ante las perversas insinuaciones
del tentador, pueden alejar de nosotros el fuego de la tentación.
Pero si nos dejamos arrastrar por la corriente de los
deseos carnales que batallan contra el alma, perderemos mucho. Hemos de aprender
a luchar contra la pasividad y contra lo deliberadamente pecaminoso. Satanás y
el pecado están coaligados y mantienen una perversa complicidad contra los
santos.
Hemos de ser gente santa en nuestras determinaciones y en
nuestras convicciones personales. No podemos estar cayendo una y otra vez en los
mismos pecados y vivir siempre en la letanía de las lamentaciones y de la
autocompasión. No podemos estar justificándonos respecto a nuestra
responsabilidad apelando a la misericordia y a la gracia de Dios que si bien es
cierta, no es barata. Ni tampoco podemos exhibir una disculpa fácil para seguir
como siempre magnificando nuestras debilidades y, mientras tanto, seguir jugando
a una falsa espiritualidad que solo pretende acallar nuestra conciencia. No
hagamos ineficaz la gracia de Dios y el poder que emana de la cruz de Cristo.
Dios está levantando una nueva generación al estilo Josué,
para demostrarle al mundo entero y a los poderes de las tinieblas que hay una
estirpe santa capaz de vencer con el bien el mal y desbaratar audazmente las
confabulaciones del maligno, que continuamente quiere manchar el honor y el buen
Nombre de nuestro Dios induciendo a los creyentes a caer en las diversas
tentaciones que él mismo nos propone.
Velad y orad para no caer en la tentación es una poderosa
revelación que se cumple al pie de la letra, si la practicamos
disciplinadamente. Nosotros tenemos el Espíritu del Vencedor y, según la misma
Palabra, se nos afirma que: “ somos fuertes y hemos vencido al maligno". Esta
misma Palabra creída y asumida en fe nos llevará a la victoria sobre las
múltiples tentaciones que puedan presentarse en nuestra vida
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