JESÚS MONTESDEOCA
La Charca, las Dunas y la playa de Maspalomas podrán recuperarse en pocos meses de los daños de los últimos temporales, pero eso será sólo un espejismo. A largo plazo, en cincuenta o sesenta años, gran parte de la arena desaparecerá por el veril de La Punta y la que quede ya no será suficiente para cubrir las piedras del litoral. El argumento de que la naturaleza volverá a poner todo en su sitio fue válido hasta hace unas décadas, pero la mano del hombre ya ha alterado dos de los tres sistemas que inciden sobre ese espacio natural protegido del sur de Gran Canaria.
Ésta es una de las conclusiones de Ignacio Alonso Bilbao, profesor de Ciencias del Mar y miembro del Grupo de Investigación de Geología Aplicada en la ULPGC, especialista en evolución de playas y campos dunares. A su juicio, las fuertes lluvias y el temporal de mar han puesto al descubierto las debilidades del ecosistema de Maspalomas, algo que se repetirá de forma cada vez más grave en el futuro.
Uno de los errores, señala Alonso, ha sido cubrir de cemento y piedra la parte baja del barranco, justo antes de llegar a la Charca. El agua de lluvia no se filtra ni tiene ningún freno natural cuando se desbordan las presas, por lo que llega en forma de riada a la laguna y rompe la sensible lengua de arena que la separa del mar. Cuando disminuya el volumen de arena en ese tramo, de unos 50 metros, la Charca no podrá resistir los ataques del barranco y del océano.
CÍRCULO. En la época de alisios, más del 80% de los días del año, los flujos de viento son circulares y las olas son pequeñas, lo que permitió mantener casi intacta esta joya del turismo grancanario hasta hace unas décadas. En los años setenta, recuerda el geólogo marino, aún existían dunas de 15 metros. Ahora, las más altas sólo alcanzan los seis metros. De hecho, ya hay zonas en las que ha empezado la colonización vegetal y humana (turistas) por la desaparición de las dunas móviles.
El dilema está en La Punta y también la solución. Cuando se acumula allí mucha arena, gran parte se desliza por un precipicio marino que a pocos metros de la costa alcanza una profundidad de hasta 500 metros. Los sedimentos que caen allí se pierden para siempre. Una alternativa es inyectar arena para que el círculo se inicie otra vez.
Articulo del diario La Provincia