LAURA DOCAMPO
La superproducción Océanos, un viaje que explora la vida de las
majestuosas, y en ocasiones raras, criaturas de las profundidades. La
espectacularidad de sus imágenes, logradas a partir de nuevas técnicas
de rodaje submarina, componen una experiencia sin precedentes para el
espectador de lo que transcurre bajo el agua incluso en nuestra propia
costa. La cinta, en la que se invirtieron doce años de trabajo, es la
gran apuesta de Disney para esta primavera tras el éxito en 2009 del
documental Tierra. Su estreno mundial será el 23 de abril, día
internacional del Planeta.
Los
simpáticos calderones que habitan las aguas del sur de Tenerife son muy
famosos entre los turistas. Salir a navegar para verlos de cerca es una
de las excursiones más demandadas por quienes nos visitan. Pero a
partir del próximo 23 de abril, estos "guepardos de los mares", como
los llaman los científicos, no sólo encandilarán a los vídeo
aficionados que se agolpan en las cubiertas de los catamaranes, sino
que darán el salto a la gran pantalla de todo el planeta.
La
poderosa maquinaria de Disney vuelve a apostar este año por el cine
documental, después de su éxito de taquilla en 2009: Tierra. Y lo hace
rompiendo moldes. La producción de Océanos ha demandado 12 años de
trabajo y 50 millones de euros, cifra que lo convierte en el documental
más caro de la historia. Tampoco tienen precedentes las técnicas de
rodaje submarino en alta definición empleadas por sus realizadores, que
han permitido seguir a la misma velocidad a rápidas especies marinas
como delfines y atunes. También han logrado captar imágenes de gran
calidad, pese a tener mucha y poca luz, mientras desplazaban la cámara
junto a una mantarraya, entraban en la guarida del bacalao gigante o
sorprendían a un rape y un pez emperador.
Canarias es una de las
40 localizaciones donde los franceses Jacques Perrin y Jacques Cluzaud
(nominados al Oscar al Mejor Documental en 2003 por Nómadas del viento)
rodaron esta película. En cada uno de esos puntos sumergidos dentro de
los cinco océanos, los directores exploraron desde lagunas tropicales a
témpanos polares para conocer, desde un nuevo enfoque, a las criaturas
que los pueblan.
En una de esas escalas, el equipo de Océanos
recaló en Tenerife para buscar imágenes de cachalotes y calderones.
Según explica Alberto Brito, catedrático de Biología animal de la
Universidad de La Laguna, estos mamíferos "son unos de los más
desconocidos del planeta". Paralelamente, son de los que más interés
despiertan, dadas sus extraordinarias cualidades: tienen el cerebro más
grande en proporción a su cuerpo de todo el reino animal; son
buceadores extraordinarios y tienen la capacidad de moverse en las
profundidades marinas con la velocidad que lo haría un guepardo en
plena sabana africana.
Tenerife es un lugar de especial riqueza
en cetáceos. Aunque son abundantes en otras latitudes, las aguas que
rodean la Isla son el único lugar del mundo donde viven todo el año,
sin necesidad de migrar. Según las investigaciones, la población
residente de calderones ronda los 300 ejemplares y moran las profundas
aguas cercanas a la costa sur de la Isla.
Brito y su equipo
llevan años estudiando al calderón, un cetáceo capaz de sumergirse a
1.200 metros para capturar los grandes calamares de los que se
alimenta. Además, puede hacer la inmersión y subir a la superficie en
un tiempo récord de 15 minutos. El experto resalta que "todavía no se
conoce cómo estos mamíferos pueden bajar y volver tan rápido sin entrar
en embolia".
"Los mamíferos marinos de buceo profundo, como el
calderón o el cachalote, se enfrentan a un ambiente extremo, oscuro y
con una presión de 200 kilos por centímetro de piel. Para lograrlo, han
tenido que desarrollar adaptaciones fisiológicas y de comportamiento
que aún no terminamos de comprender", confiesan en un artículo expertos
de la Universidad de La Laguna y científicos de Massachusetts y
Dinamarca.
Por los trabajos más recientes de este equipo ha
podido saberse que en esas duras condiciones, los calderones fallan, de
media, en el 60 % de sus inmersiones. "Gastan mucha energía para poder
comer, porque suelen hacer varios intentos hasta que lo logran, pero
una vez que atrapan una presa consiguen un aporte de alimento enorme
porque consiguen piezas muy grandes", apunta Brito.
El guepardo del mar
El
último dato descubierto por este colectivo internacional de
investigadores, que fue publicado en una prestigiosa revista
científica, revela la asombrosa velocidad con la que se mueven estas
criaturas. "Estando a mil metros de profundidad, cuando acelera para
atrapar a su presa, puede llegar a alcanzar una velocidad de nueve
metros por segundo", explica Brito al tiempo que añade, "la brutal
aceleración que experimenta cuando está persiguiendo comida se parece
mucho a la de un guepardo".
También se sabe que estos animales
viven en núcleos familiares y pasan el 65% del tiempo nadando en la
superficie. Los investigadores señalan que "es sorprendente que, a
pesar de vivir en pequeños grupos muy unidos, se mantengan
prácticamente en silencio cuando están en superficie" y que "sólo
emitan chasquidos entre los 470 y 750 metros de profundidad, cuando
ascienden o descienden de sus largos buceos de alimentación".
En
este documental de cien minutos de duración, los directores Perrin y
Cluzaud se adentran en la inmensidad de la masa de agua que cubre el 75
por ciento del planeta hasta alcanzar lugares donde el hombre nunca
había llegado anteriormente.
Aval sin precedentes
La película
cuenta con el aval de las productoras Vértice y Galatée Films, está
última con estrechas relaciones con la comunidad científica de todo el
mundo a través de reconocidos largometrajes como The monkey folk,
Microcosmos y Nómadas del viento.
Además, reconocidas
entidades científicas como el Museo de Historia Natural de París, La
Fundación Sloan para el Censo de la Vida Marina (EE UU) y diversos
centros franceses de investigación como el CNRS, Ifremer o ESA han
colaborado estrechamente asesorando al equipo de cineastas de este gran
proyecto de la Factoría Disney. Completa la propuesta una trepidante
banda sonora a cargo de Bruno Coulais, nominado al Oscar por Los chicos
del Coro.
Océanos fue rodada en santuarios marinos en más de 70
expediciones alrededor del mundo. Algunas de las escenas de la película
tienen lugar en un museo de especies extinguidas. Con esa secuencia,
los cineastas galos pretenden denunciar la incontrolada voracidad del
hombre, que con sus kilométricas redes y la contaminación barre sin
tregua la vida de los mares hasta esquilmarlos.
Como ejemplos
de este exterminio, Jaques Cluzaud recordó durante una entrevista con
la agencia Reuters que "mientras preparaban el rodaje en el río chino
Yangtze, el último ejemplar de delfín desapareció". No olvida tampoco
que sus cámaras lo dejaron asombrado al captar cómo "una curiosa foca
se movía al lado de un carro de supermercado hundido en unos fondos
marinos llenos de basura, para, a continuación, salir a la superficie,
justo al lado de un complejo industrial instalado al borde del agua".
Para Perrin, el mar "se desangra", pero "todavía es rico y lo seguirá
siendo si queremos", concluye.