Ecos de la tribuna / Catarsi
Para qué me ha servido la tribuna
Cuando por primera vez llegué a un Grupo de N. A., totalmente agobiado por mis fuertes depresiones, lo primero que se me ocurrió pensar fue: "para qué sirve esa tribuna que se encuentra a un lado, será para que el Director del grupo suba a darnos la clase a quienes vamos llegando?, ¿o tendré que pasar a decirles a qué vine?". Por ello, para no quedarme con la duda, le pregunté a uno de los compañeros del Grupo y él me contestó: "la tribuna sirve para liberarnos de todo aquello que internamente nos molesta".
Cuando traemos el espíritu enfermo por tantas malas obras que hemos hecho o tantas injusticias y errores cometidos en nuestras vidas, haz de cuenta que las depresiones y neurosis que hemos padecido no son más que el producto de ese pesado costal de defectos que venimos cargando sobre nuestros hombros y que no hemos sido capaces de descargar en ningún lado. Esta es, precisamente, la causa de nuestro terrible sufrimiento. La tribuna libera cuando se habla con honradez, con verdad y confianza ante nuestros compañeros, que son un grupo de hombres y mujeres en donde se ha manifestado Dios y donde El se encuentra, ya que El me los ha puesto en el camino para que me escuchen. Después de haber escuchado a mis compañeros, mi pensamiento fue aún más rebelde. Pensé: "nunca voy a decirles a estas personas lo que me pasa, los errores y delitos que he cometido, ¿quiénes son ellos para juzgarme, condenarme o absolverme?". Y así pasaron varios días, sin que yo me decidiera a pasar a tribuna, ni siquiera a decir si había aceptado mi enfermedad, escuchaba a los compañeros que la abordaban, los juzgaba, los criticaba en mi interior y además los calificaba. Sin embargo, no era lo suficientemente honrado para hablar de mí. Esto duró seis largos años, sin darme la oportunidad de abordar la "tablita salvadora" que más tarde fue para mí la tribuna. Durante ese tiempo mi enfermedad no cedía; (al parece que iba en aumento, ya que las catarsis que mis compañeros hacían en tribuna, en lugar de ayudarme me afectaban. Estuve sin dormir más de 15 días (ni de noche ni de día), al grado que yo creí que iba a volverme loco. Recurrí a la religión y a la medicina, pero nada de esto me hizo efecto. ¿Por qué?, porque tenía la mente y el alma totalmente cerradas a la realidad. Hasta que un bendito día, uno de los compañeros de mi Grupo me dijo: "quiero compartir contigo una experiencia que tuve cuando llegué al Grupo. Yo era como tú: no quería pasar a la tribuna y eso me impedía reconocer mi realidad, por lo que te invito a que lo que resta de esta noche trabajemos revisando cuidadosamente el Primer Paso". Fue así que, a partir de ese momento, mi mente empezó a despertar a la realidad. Creo que ese fue mi primer despertar espiritual, porque fue el inicio de un camino diferente hacia la recuperación.
Una vez que reconocí dentro de mi corazón que yo era un enfermo de neurosis, pude empezar a desprenderme del egoísmo tan grande que traía, porque no quería compartir mis sufrimientos, al hacerlo mi mente empezó a aclararse, comencé a enviar a mi espíritu el mensaje de aliento que mis compañeros tantas veces me habían transmitido. Al siguiente día, todo tembloroso y con un gran miedo, pasé a tribuna y por primera vez me declaré un enfermo de neurosis. A partir de ese día he procurado pasar a tribuna a compartirles a mis compañeros aquellos "fantasmas atormentadores del pasado". Desde luego, lo he tenido que hacer sin adornos, tal como lo he sentido, y lo que yo creo que no debo decir en tribuna se lo comparto a mi padrino, que es un buen compañero de grupo, y a quien yo le tengo bastante confianza. Por lo tanto, yo invito a mis compañeros y compañeras que no se detengan ni retengan su enfermedad, que por medio de la tribuna desechen todo aquello que les está molestando, que se apadrinen y que practiquen los Tres Legados del Programa: Recuperación, unidad y Servicio. La tribuna fortalece y libera
--anonimo--